Fernando Villavicencio, candidato conservador a la presidencia de Ecuador, murió a manos de un pistolero que lo acribilló el miércoles durante un mitin en Quito.
Las encuestas lo situaban en la zona media de los ocho aspirantes. Llevaba escolta policial, como otros candidatos a las elecciones del día 20 amenazados de muerte por las mafias del narco. Villavicencio, en concreto, denunció el pasado 31 de julio amenazas del cártel mexicano de Sinaloa.
Las mafias de la droga se adueñaron de la democracia ecuatoriana justo en el día de su independencia, que se celebró ayer. El expresidente Rafael Correa, al lamentar el magnicidio de unos de sus mayores adversarios, manifestó que “Ecuador es un Estado fallido”. El presidente en funciones, Guillermo Lasso, decretó tres días de luto en memoria de Villavicencio y 60 de estado de excepción.
Fernando Villavicencio participó en un acto minutos antes de ser tiroteado
Los sicarios tenían bien planeado el atentado. Además de las pistolas, llevaban granadas, que detonaron para camuflar la huida. Uno de ellos fue abatido. Seis más fueron detenidos.
Lasso reconoció que era un atentado contra el Estado de derecho al tiempo que confiaba en el despliegue militar para garantizar una votación ordenada en la primera vuelta del día 20. La segunda está prevista para el 15 de octubre.
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La fuerte demanda de cocaína en Europa y EE.UU. dispara la violencia en Ecuador: 4.500 muertos
Asesinado este miércoles el candidato a la Presidencia de Ecuador Fernando Villavicencio
El año pasado fue el más violento que se recuerda. Hubo 4.500 asesinatos en todo el país. La tasa de muertos violentos por cada 100.000 habitantes fue de 25,32, la más alta de la historia. También fue el año que la policía incautó más cocaína: 210 toneladas.
La demanda de droga en los mercados de Europa y Estados Unidos se ha disparado. El programa CrimJust calcula que en el 2021, último año con datos, la producción mundial alcanzó las 2.000 toneladas, un récord que duplica la cantidad que se produjo en el 2014.
Las cosechas de coca en Colombia y Perú, que son los principales productores, también se han disparado para atender la demanda de europeos y estadounidenses.
Ecuador es un país de tránsito. La droga entra por tierra y sale por mar. Por el puerto de Guayaquil transitan 300.000 contenedores cada año. La policía solo alcanza a revisar un 20%.
La policía frente a la funeraria donde fueron llevados los restos del difunto candidato presidencial Fernando Villavicencio en Quito, Ecuador.
La violencia azota esta ciudad de 3,5 millones de habitantes. Coches bomba, asesinatos a plena luz de día, también de niños junto a sus escuelas, linchamientos, decapitaciones y personas ahorcadas cuelgan de los puentes.
La violencia extrema atemoriza a la población. El estado de emergencia y la presencia del ejército en las calles no son suficientes.
Igual que ha sucedido en México o en los países centroamericanos que también son lugar de paso de la droga, las fuerzas del orden están muy mal pagadas. Las bandas criminales las compran con facilidad.
La extorsión afecta a los policías, igual que a cualquier otro ciudadano. Hay que pagar para que las bandas no te maten y hay que mirar para otro lado cuando lo hacen.
Los cárteles mexicanos de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, así como uno de los Balcanes conocido como el de los albaneses, se han aliado con bandas callejeras, grupos como Los Tuguerones y Los Choneros, para llevar el terror a cualquier rincón de las grandes ciudades.
Las prisiones están saturadas de narcotraficantes, pero el Estado ha perdido el control sobre ellas. Mandan las mafias, que las han convertido en bases operativas de sus negocios ilegales.
El Comité Permanente para la Defensa de los Derechos Humanos, una ONG de Guayaquil, tiene constancia de 600 asesinatos en las cárceles desde el 2019.
Una mujer herida en el mitin del miércoles en Quito en el que Villavicencio, candidato conservador, murió acribillado
Hace apenas seis años, en el 2017, la situación era muy diferente. Durante sus diez años de mandato, el presidente Rafael Correa había aprovechado los beneficios del petróleo para combatir la pobreza. Las políticas distributivas impulsaron la sanidad y la educación. La vida mejoró para millones de ecuatorianos.
El terremoto del 2016, el fin de la era Correa debido a la corrupción y la pandemia supusieron demasiados obstáculos para una democracia en construcción.
Ecuador sufre hoy un caos social y político fruto de la crisis económica y el repunte de la desigualdad. En cinco años el declive ha sido enorme. El Gobierno reconoce que solo un 34% de la población tiene un empleo regular. En el 2017 era un 50%.
Argentina, Perú y Panamá también han sufrido los embates de la economía mundial. La pandemia provocó en América Latina un descenso mayúsculo de la actividad económica. El peor en un siglo. Pese a contar solo con un 8% de la población mundial, tuvo un 40% de los muertos por covid.
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Villavicencio había prometido combatir el narco “con la ley y con las armas”
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A Ecuador la situación se le ha ido de las manos, como también ha sucedido en otros países. El Gobierno está a merced de corrientes macroeconómicas que no controla, como la subida de los tipos de interés en Europa y Estados Unidos, lo que dificulta mucho servir la deuda en dólares, o la inflación, que se ha disparado por la guerra en Ucrania y la caída económica de China.
Los cárteles de la droga aprovechan la debilidad del Estado y la vulnerabilidad de la población para impulsar su negocio.
Es difícil saber qué hubiera hecho Villavicencio de llegar al poder. Los últimos gobiernos conservadores no han podido enderezar el rumbo de Ecuador. Este periodista, diputado en la última legislatura, había denunciado la corrupción y la violencia, y lo había hecho con vehemencia.
Coche fúnebre en el cual es trasladado el cuerpo del candidato presidencial Fernando Villavicencio a la llegada a una sala de velación ayer, en Quito
Villavicencio tenía 59 años y tres hijos. Acusaba a la Administración y a varias fuerzas políticas de ser aliados de los narcotraficantes. Había prometido luchar contra ellos “con la ley y con las armas”.
El mitin del miércoles en una escuela de Quito estaba anunciado y la protección policial fue insuficiente. Los asesinos pudieron planificar bien el golpe. Esperaron a que finalizara el acto para cometer el magnicidio, en el que nueve personas resultaron heridas.
Luego difundieron un video en el que se atribuyen el crimen. Unos hombres encapuchados y amados con fusiles dijeron que pertenecían a la banda de Los Lobos, una de las muchas que viven del narcotráfico y la extorsión. Advirtieron que el siguiente de su lista de candidatos a eliminar es Jan Topic, un experto en seguridad que, con Villavicencio, es quien más se ha posicionado contra los cárteles.
Sicarios extranjeros
Los autores materiales del asesinato de Fernando Villavicencio serían sicarios extranjeros vinculados al crimen organizado, según las primeras investigaciones. Las autoridades intentan ahora esclarecer quién les dio la orden. De momento, los indicios sobre la autoría intelectual del magnicidio apuntan al cártel mexicano de Sinaloa. El FBI ha ofrecido su colaboración para esclarecer el crimen, como es pertinente en estos casos. Ecuador es un aliado de EE.UU. en la lucha contra el narcotráfico. Más allá de este ofrecimiento, la reacción de Washington, y también de Bruselas, fue la acostumbrada: condena, solidaridad y llamamiento al fortalecimiento de la democracia. Las cancillerías latinoamericanas reaccionaron en términos similares. China hizo lo mismo.