La pesadilla contable de las empresas chilenas en Argentina tras cinco años de hiperinflación

La pesadilla contable de las empresas chilenas en Argentina tras cinco años de hiperinflación

Hace cinco años, Argentina fue catalogada contablemente como una economía hiperinflacionaria, lo que obliga a las compañías con operaciones allá a corregir monetariamente sus balances. Ese, sin embargo, es el menor de los problemas: hoy el tipo de cambio oficial al cual se deben convertir los pesos argentinos a los locales no se condice con la realidad. Es prácticamente la mitad de lo que debería ser, situación que impide reflejar a ciencia cierta el desempeño de la operación en ese país. La autoridad internacional en temas contables ya toma cartas en el asunto.


Sigue siendo el segundo destino de la inversión chilena en el exterior -tras Brasil-, aunque en los últimos años los montos han ido en descenso. Si en 2013 el flujo de inversión directa de Chile en Argentina ascendía a los US$1.229 millones, según datos del Banco Central; en 2021 ese valor fue negativo en prácticamente lo mismo que hace una década: un retroceso de US$1.223 millones. Es que la nación transandina ha experimentado la huida de varias compañías chilenas en medio de una crisis económica que se agudiza y medidas que complejizan la inversión. En 2009, se retiró Forus; en 2010 lo hizo Parque Arauco; en 2021, fue el turno de Latam y de las tiendas por departamento de Falabella, y en 2022, de Masisa.

Hoy, sin embargo, hay varias que siguen sosteniendo su posición en ese mercado, uno que no sólo es complejo de gestionar, sino que también de contabilizar. Desde hace cinco años que la operación en ese país debe registrarse en los balances de una manera particular, al cual se le agrega un ingrediente adicional: un tipo de cambio que -concuerdan todos los expertos- no se condice con la realidad.

El 1 de julio de 2018 -hace justo un quinquenio-, la Junta de Normas Internacionales de Contabilidad (IASB) declaró a la economía argentina como hiperinflacionaria. Esa categoría la adquieren países que superan el 100% de inflación por un período de tres años, récord que se ha ido batiendo hasta hoy. En 2022 puntualmente, la inflación en ese mercado fue de 94,8%, y anualizado a abril va en 108%, la más alta en tres décadas.

Según el socio de Auditoría de KPMG, Claudio Díaz, actualmente existe una serie de normas contables que se hacen cargo de situaciones como las que vive Argentina, tales como la NIC29 y la NIC 21. “Esas normas recogen todos los riesgos que hoy día un inversionista puede estar percibiendo en estas inversiones”, señala.

Esas normas primero señalan que se corrija el estado financiero según la inflación. Y como está catalogada como hiperinflacionaria, se realiza una corrección monetaria: se reexpresan los balances de la filial al poder adquisitivo de la fecha de corte. Una vez que se hace eso, queda corregido por efecto de IPC.

Alberto Fernández, presidente de Argentina

En líneas generales, son las cuentas no monetarias las que se corrigen, tales como activos, pasivos y patrimonio. El problema es que las monetarias -el flujo de efectivo- no se pueden corregir y, al reflejar el poder adquisitivo de la fecha presente, se desvalorizan.

La dificultad de esta situación es que -explican expertos- las empresas pueden reflejar pérdidas o ganancias adicionales, producto de la inflación. Un ejemplo es si una compañía que mantiene muchas cuentas en pesos argentinos -caja, inversión, etc.-, eso se desvaloriza porque pierde valor por la inflación, lo que implicar que se registren pérdidas. Por el contrario, si una empresa tiene mucha deuda en pesos con sus proveedores, esos proveedores percibirán al final -en términos de poder adquisitivo- menos dinero, con lo cual la firma obtiene utilidades. “En simple, si tenía una deuda por un millón de pesos a principio de año, y la pago al final de año, me comí la mitad del poder adquisitivo y el proveedor perdió la mitad”, señala el socio de PwC Chile, Sergio Tubio.

Embotelladora Andina genera del orden de un 25% de ventas en Argentina. Tiene 67.580 clientes en ese país. En sus balances a marzo revelan que el efecto de la inflación en el efectivo en ese mercado asciende a -5.499 millones de pesos chilenos. En CMPC, en tanto, destacaron que por la inflación en Argentina, los resultados por unidades de reajuste registraron una ganancia de US$61 millones el primer trimestre, comparado con US$47 millones un año atrás.

Todas las viñas nacionales mantienen operaciones en ese mercado. Concha y Toro, por ejemplo, opera ahí vía Trivento Bodegas y Viñedos. Posee 1.460 hectáreas de viñedos plantados. Y reconoce al primer trimestre que, si la inflación de los costos ha implicado un alza de costo por litro de 7,4% en Chile, en moneda local, en Argentina ha sido de un 74,1%.

Industria vitivinícola

Según datos de la Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales (Subrei) actualmente más de 400 empresas chilenas desarrollan más de 700 proyectos de inversión en el país. Al menos las que reportan sus balances tienen acápites aparte para hablar de los resultados en Argentina o hacen distinciones entre el efecto de hiperinflación y corrección monetaria. “El efecto por hiperinflación de Argentina al 31 de marzo de 2023 asciende a una pérdida de $ 1.132 millones principalmente por una posición neta pasiva de balance”, destacan en Viña San Pedro Tarapacá (VSPT) que tiene Finca la Celia y Bodega San Juan en ese mercado.

En Cencosud, por ejemplo, expresan a Argentina en dos líneas. La primera evidencia los ingresos correspondientes al ajuste por inflación del ejercicio para reexpresar los ingresos en moneda corriente de mismo poder adquisitivo a la fecha de cierre. Ese dato da ventas es de $45.976 millones en el trimestre. Pero luego está el dato de conversión de moneda, que es la diferencia que se da al convertir los ingresos de las subsidiarias en Argentina a tipo de cambio de cierre respecto al tipo de cambio promedio. Y ahí los ingresos son de -$73.811 millones.

Aunque desde las auditorías destacan que puntualmente la hiperinflación es un tema métrico que puede subsanarse y que, de hecho, ya está incorporada. El problema es otro.

“La hiperinflación es el menor de los problemas, porque el final es una mecánica contable, que reexpresa todo en moneda de poder adquisitivo del cierre, pero es en la misma moneda argentina”, señala Tubio. La mayor dificultad viene en el segundo paso: adecuar esos resultados en moneda local a la moneda en que se consolidan los resultados: en el caso de gran parte de las compañías chilenas, al peso.

Cencosud

La normativa contable establece que para esos procesos hay que utilizar el tipo de cambio oficial de los países. En el caso de Argentina, ese es el que determina el Banco Central de Argentina que tiene el dólar, a un valor de 232 pesos argentinos. El problema es que ese nivel es la mitad del, por ejemplo, dólar blue que si bien opera en el mercado informal, es el que a juicio de economistas se condice más con la realidad económica. Bueno... ese está a 482 pesos argentinos. O los dólares que operan en el mercado de capitales -MEP o CCL- que, en definitiva, permiten adquirir dólares de manera indirecta, comprando títulos públicos en pesos argentinos y vendiéndolos en un mercado internacional en dólares. Ellos están en valores superiores a los 440 pesos, también el doble que el oficial. “Esto es una preocupación que cada día más se discute en los directorios. Es muy común que el tema salga, inclusive hay directores a los que les preocupa porque son conscientes que están firmando y aprobando un estado financiero que cumple con las normas, pero donde eso que muestran no es tan real, entonces eso incómoda y es lógico que incomode”, señala Tubio.

En líneas generales, dice Claudio Díaz, en Argentina existen a los menos 18 tipos de cambio. “Eso produce que haya incertidumbre, no se hace fiable la valoración de la moneda”, explica.

“El problema es que el tipo de cambio oficial no refleja la realidad económica. Entonces digo que tengo un millón de pesos argentinos y lo divido por 100 pesos cuando en realidad si quiero traerme la plata debiera dividirlo por 200, por la mitad, y recibir la mitad”, dice Tubio. “Ese es el efecto que hoy están sufriendo, sin ninguna solución, las compañías que incorporan empresas de Argentina en Chile”, añade.

CCU lo resumió así en sus balances: “La devaluación del ARS (peso argentino) afecta en forma negativa nuestros resultados. Los estados financieros para nuestras filiales argentinas usan el ARS como moneda funcional, y se convierten a CLP (pesos chilenos) para propósitos de consolidación, teniendo un impacto en el resultado y patrimonio por efecto de conversión”.

Otro ejemplo: en el caso de CMPC, que debe pasar los resultados de sus filiales a dólar, toman justamente un precio de la moneda argentina de 209,01 al 31 de marzo, en línea con el valor oficial.

Loa balances de Falabella explican que previo a ser declarada como hiperinflacionaria, las filiales argentinas se convertían a tipo de cambio promedio de cada mes, como ocurre para la conversión de los resultados del resto de las subsidiarias en operación en otros países cuyas economías no son consideradas hiperinflacionarias.

“La desvalorización de la compañía es real, tu operación se hace más pequeña, pero eso ya se está reflejando en resultados. Localmente la desvalorización se ve por la corrección monetaria, ya lo recoge, y a la vez, tu operación se ve más disminuida cuando conviertes esa operación de peso argentino al chileno”, explica el especialista de KPMG.

Hoy, el IASB está ad portas de sacar una enmienda a la NIC21 que básicamente se hace cargo de esa situación para acercar más esos estados financieros a la realidad. Apunta a dejar de utilizar el dólar observado, y que sean lo tipos de cambio que realmente se usan por negocio para hacer la conversión. Por ejemplo, si una empresa compra un activo importado y usa el dólar blue, ocupa ese; si ocupó el dólar MEP, ese y así. “Esta norma trae a corregir una situación que se está visualizando en los estados financieros de Argentina”, señala un auditor. “Por la norma contable, no se puede hacer nada hasta tanto no se apruebe este proyecto. Mientras tanto, lo que hacen muchos analistas es decir, ‘a ver cuánto hay de Argentina metido en este estado financiero’... Bueno, lo dividen por dos y calculan el efecto”, subraya Sergio Tubio.

Actualmente, las compañías que tienen operaciones en el país vecino realizan extensos acápites complementarios respecto a esas operaciones. Básicamente, estiman escenarios. Se trata de la NIC7, que obliga a hacer una serie de revelaciones sobre los riesgos financieros que un auditor ve en la compañía y dentro de ellas mandata hacer sensibilizaciones frente a una serie de escenarios que permita otorgar más información al inversionista.

“La norma contable tiene mecanismos para reflejar efectos de hiperinflación y también tiene consideraciones al pasar los números de peso argentino a peso chileno. Efectivamente, se distorsionan los resultados si se usan tipos de cambio y números para el ajuste de inflación que no se ajustan a la realidad económica. Sin embargo, las empresas se han adaptado a esta situación y con revelaciones pueden explicar el mecanismo y sus consecuencias en los estados financieros”, dice el socio líder de Asesoría en Contabilidad Financiera de EY, Chris Heidrich. “Contablemente, no veo la complicación, porque tú no puedes especular, registras hechos históricos. La gran complicación es que si luego lo que se revela es suficiente y si se le da la debida atención a esas revelaciones”, dice Díaz. “Lo complicado para los auditores es cómo nos aseguramos que lo que se está revelando es suficiente”, añade.

En Cencosud, por ejemplo, usan dos escenarios en cada uno de los países donde operan. El escenario 1 representa la sensibilidad de la tasa de cambio menos favorable a ser usada en la conversión de las monedas locales al peso; y el 2, la sensibilidad a tasa de cambio más favorable. Si bien en todas sus filiales hay diferencias, ellas son mínimas, frente a la distancia que se ve en Argentina, donde el escenario menos favorable apunta a 1,93 pesos por peso argentino y el más beneficioso a 4,01 pesos chilenos por la moneda trasandina. En ese escenario, el valor de los activos en esa operación transitoria de menos $820.284 millones a $99.798 millones, y su patrimonio desde -$465.680 millones a $55.074 millones.

Edificio corporativo de CCU

CCU opera a través de VSPT en ese país, además de tener plantas cerveceras y de sidra. En sus balances al primer trimestre, destacan que puntualmente en el ítem de Negocios Internacionales, el costo de venta por hectolitro subió 8,3% en pesos chilenos, explicado principalmente por el impacto negativo de la devaluación de 88,1% del peso argentino frente al dólar y una mayor inflación en Argentina. Ello, porque gran parte de las materias primeras que usan en ese mercado están indexadas al dólar. “En Argentina, los altos niveles de inflación y presión sindical suponen un continuo incremento de nuestros gastos salariales”, dijo la compañía del grupo Luksic.

Efecto en la gestión

La hiperinflación -coinciden entre las auditoras- se ha incorporado ya en lo contable, sin embargo, la gestión de una compañía en naciones con esa variación de precios sigue siendo un problema. “En un contexto hiperinflacionario hace cosas que alguien diría ‘están locos’”, señala un experto.

Uno de los ejemplos tiene que ver con el nivel de stock. Mientras en una economía estable el inventario se trata de mantener acotado, en Argentina la dinámica es inversa. “Lo que trato es de, por un lado, aumentar mi capital de trabajo, invirtiendo mucho en stock, poco en cuentas por cobrar y ojalá mucho en proveedores”, dice Tubio. Ello, porque hoy el stock está a 5 pesos, mañana a 7 y a fin de año, a 10.

“El stockerase es una medida irracional en un mercado normal; y normal, en un mercado hiperinflacionario, y a veces hasta deseable; lo mismo con el alargar los plazos de pago a proveedores”, señala un experto.

Incluso endeudarse puede ser ventajoso. Un conocedor de esa realidad precisa que el año pasado, por ejemplo, se podía tomar un préstamo con una tasa del 50%, donde la inflación llegó a fin de año a 95%. La tasa entonces fue negativa y el banco terminó pagándole al cliente. “Todas estas irracionalidades son normales en este contexto”, destaca.

Chris Heidrich, de EY, añade un dato adicional: “Los desafíos de las empresas chilenas con operaciones en Argentina van más por el lado de tener dificultades en sacar plata del país transandino, por ejemplo, mediante dividendos”. Ello, puesto que hay varias regulaciones acerca de compra de divisas. Con eso, no es necesariamente fácil para una compañía comprar divisas (ejemplo dólares) para transferir al extranjero. Hay otras regulaciones que limitan transferencias al extranjero, inclusive relacionado con pagos de compra/ventas de servicios”, agrega Heidrich.

Así, el panorama transandino está lejos de mejorar. Para este año, las proyecciones apuntan a que la inflación supere el 126%. Y las estimaciones del Banco Central Argentino para los próximos doce meses llegan al 158%; un escenario de hiperinflación que seguirá acompañando a las empresas chilenas en ese mercado.

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