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Expediente judicial revela que capitán de la Armada ordenaba a sus subalternos a robar provisiones

El subalterno se negó y fue perseguido por el jerararca y sus pares, según el legajo.

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Ministerio de Defensa Nacional
Ministerio de Defensa Nacional.
Foto: Darwin Borrelli

Por Eduardo Barreneche
Un expediente, que se tramita en el Juzgado de lo Contencioso Administrativo de 2° Turno, revela que un oficial de la Armada ordenó a sus subalternos robar provisiones y venderlas en un supermercado. También relata una serie de abusos contra el marinero que se negó a realizar los supuestos hurtos, por lo que este solicitó a la Justicia una indemnización de US$ 700.000.

El juicio fue iniciado en 2021 por el estudio García-Puppo & Asociados en representación del marinero.

En el expediente surge que el demandante, un cabo de la Armada, ingresó a trabajar en una de las unidades luego de regresar de una misión de paz de la ONU en el extranjero.

Para poder mejorar sus ingresos, el marinero aceptó un destino en una repartición ubicada en el interior del país. Una vez allí y bajo las órdenes de un capitán de corbeta, el marinero comenzó a trabajar.

En una ocasión, se le ordenó ir a buscar suministros para la unidad. Cuando regresaba a la base de la Armada en el vehículo, “se lo obligó a pasar por un almacén mayorista a los efectos de descargar varias provisiones de las que deberían haber llegado para la unidad”, según se constata en el expediente.

El marinero preguntó a sus compañeros que estaban en el vehículo sobre la razón de que se entregara esas mercaderías al almacén. Éstos respondieron de forma concisa: “Son órdenes del capitán de corbeta”.

Al día siguiente, el cabo fue citado por el capitán de corbeta para hablar sobre su accionar. En su despacho, el jerarca dijo al subalterno según consta en el expediente: “Usted tiene que obedecer mis órdenes, no cuestionarlas y no hacer preguntas”.

El subalterno le manifestó que no quería prestarse para “esas actividades” y de ser posible que no lo mandara otra vez a realizar dicho trabajo.

A partir de ahí, el jerarca “empezó a denigrarlo”, dice la demanda. El capitán señaló en alusión al color de la piel del marinero: “Vos sos un macaco y los macacos tienen que hacer lo que se les dice”. Luego el jerarca se refirió a la complexión física del demandante: “Usted es una bolsa”.

A partir de esa conversación, comenzó a recibir una larga lista de sanciones contra el marinero. Tiempo después, fue sancionado por una rotura de un vidrio con siete días de arresto simple y el pago del arreglo.

Posteriormente, el capitán de corbeta redujo de 10 a uno los servicios especiales que realizaba el marinero, lo que le produjo una brusca reducción de sus ingresos.

Tras ese perjuicio, el demandante intentó comunicarse con el capitán, quien se negaba rotundamente a atenderlo. Luego de mucha insistencia, el marinero fue recibido.

“No me interesa su situación, aparte usted es un inútil”, le dijo el capitán de corbeta en la reunión, según consta en un documento en poder del Juzgado de lo Contencioso Administrativo de 2° Turno. “Como no servía el servicio de nuestro cliente, ya que no se prestaba a las ‘irregularidades’ del superior y atento al clima que se había hecho insostenible, por el vínculo hasta con los pares, decidieron trasladarlo al marinero a otra unidad situada en Montevideo”, según consta en el expediente.

el dato

La “visita” de un agente policial

Según surge en un escrito, el acoso que sufrió el marinero demandante no se limitó solo a la actividad laboral. “Por un actuar ilícito de un pariente del marinero demandante, llegó a su domicilio un agente policial (casualmente familiar de uno de sus jefes en la Armada). El policía lo empezó a insultar e intimidar para que “hablara” como si el marinero tuviera algo que ver con su familiar”, dice el documento. Y agrega: “el policía dijo ‘tu familia salió torcida”. El marinero denunció el caso.

El primer período en esa nueva unidad fue casi perfecta. El cabo pudo superarse en su carrera realizando cursos de servicios de embarques, de inglés, de información calificada y de mercancía peligrosa. El marinero logró aprobar todos esos cursos.

No obstante, su situación cambiaría en 2009. Su antiguo jefe de la unidad ubicada en el interior del país llegó como su superior inmediato. Era el peor escenario para el marinero. Y las “irregularidades comenzaron a ser moneda corriente”, según sostiene la demanda. “Para que se entregaran guaridas había que arreglar económicamente a los superiores. El marinero no se prestaba para ello. Por eso empezaron a bajarle las guardias respectivas”, sostiene el escrito.

En uno de esos días, un cabo le comunicó al marinero que debía hacer una guardia en la Administración Nacional de Puertos (ANP) de 12 horas, pero que “de esas horas tres eran para el jerarca, por lo cual el demandante se rehusó terminantemente”.

A partir de ahí, el “modus operandi” fue sancionar en “forma irracional”, “arbitraria” y en “un exceso de poder considerable” al marinero. “Se le imponen cinco sanciones en un lapso de días. Cuando el marino preguntó la razón de las mimas, la respuestas fue: ‘Te la buscaste por llorón, ahora a llorar al cuartito’”, dice la demanda. Y agrega que como en la unidad no había una celda para cumplir una sanción a rigor, el capitán de corbeta “vació una habitación destinada a herramientas y la hizo calabozo”. Como la pieza no tenía baño, el marinero “debía golpear por horas” la puerta esperando que alguien pasara por allí y lo escuchara para “poder hacer sus necesidades”, según surge del expediente.

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Denunció hostigamiento y no logró nada

El escrito presentado en el Juzgado de lo Contencioso Administrativo sostiene que las sanciones comenzaron a minar la salud del marinero demandante y lo llevaron a atenderse en el Hospital Policial. Una vez allí, el médico asoció a los dolores en el pecho y en el estómago que sufría el cabo a situaciones relacionadas con el estrés, según señala el documento al que accedió El País.

Los malos tratos sufridos por el marinero quedaron constatados en el informe psicológico realizado por la psicóloga especialista Silvia Giachero, quien diagnosticó que el hombre sufría “mobbing” (trato hostil en el trabajo). “El paciente presenta síntomas de síndrome de estrés post traumático cronificado como consecuencia de violencia psicológica que padeció y padece aún en su trabajo. Se recomienda que continúe de licencia médica y en tratamiento psiquiátrico y psicológico hasta que se resuelva su situación”.

No obstante, el marinero nunca contó con el respaldo de la institución. Finalmente, intentó poner fin a su situación de acoso laboral realizando una denuncia en 2019 en el Ministerio de Trabajo y a la Institución Nacional de Derechos Humanos “sin obtener resultados”.

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