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La Iniciativa para la Civilización Global llama al intercambio y aprendizaje mutuo entre las civilizaciones Opinión

La Iniciativa para la Civilización Global llama al intercambio y aprendizaje mutuo entre las civilizaciones

Niu Qingbao
Por : Niu Qingbao Embajador de China en Chile
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Una sola flor no hace la primavera y esta llega cuando todas se alzan en el jardín. Las civilizaciones de China y Chile son frutos espléndidos de las civilizaciones de la humanidad. Ambos países deben y pueden unirse para promover los valores comunes de toda la humanidad, fortalecer el intercambio y el aprendizaje mutuo entre civilizaciones, hacer mayores contribuciones a la construcción de una comunidad de futuro compartido para la humanidad, y al desarrollo y progreso de los seres humanos.


El 15 de marzo, Xi Jinping, Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de China (PCCh) y Presidente de la República Popular China, en su intervención ante el Diálogo de Alto Nivel entre el PCCh y los partidos políticos mundiales, propuso por primera vez la Iniciativa para la Civilización Global. Esta es la tercera importante iniciativa global planteada por China después de la Iniciativa para el Desarrollo Global y la Iniciativa para la Seguridad Global, proporcionando la respuesta del país a la pregunta de la era: “¿Qué le ha pasado al mundo? y ¿Cómo debemos actuar?”.

En el marco de la Iniciativa para la Civilización Global, el Presidente Xi Jinping propuso cuatro acciones conjuntas:

Primero, debemos promover conjuntamente el respeto a la diversidad de civilizaciones en el mundo, perseverar en la igualdad, el aprendizaje mutuo, el diálogo y la inclusividad; logrando así sobreponernos a la segregación de civilizaciones mediante el intercambio, al choque de civilizaciones mediante el aprendizaje recíproco, y a la superioridad de civilizaciones mediante la inclusividad.

Segundo, debemos fomentar juntos los valores comunes de la humanidad. La paz, el desarrollo, la equidad, la justicia, la democracia y la libertad constituyen aspiraciones compartidas por todos los pueblos del mundo. Es imprescindible comprender con magnanimidad la visión diferenciada de las distintas civilizaciones sobre la connotación de los valores, absteniéndose de imponer sus propios criterios y modelos sobre los demás, o fomentar confrontaciones alimentadas por motivos ideológicos.

Tercero, debemos impulsar mancomunadamente el realce de la continuidad e innovación de civilizaciones, y explorar a plenitud el valor que tiene la historia y la cultura de todos los países para nuestros tiempos; con el propósito de promover la transformación creativa y el desarrollo innovador de las brillantes culturas tradicionales de los diversos países en el curso de la modernización.

Cuarto, debemos resaltar en conjunto el fortalecimiento del intercambio y de la cooperación cultural a nivel internacional, explorar la construcción de redes de diálogo entre civilizaciones del mundo, enriquecer el contenido de los intercambios, ampliar los canales de cooperación, y propiciar el conocimiento recíproco y la fraternidad entre los pueblos, a fin de fomentar juntos el desarrollo y el progreso de las civilizaciones de la humanidad.

La Iniciativa para la Civilización Global propone no solamente las condiciones previas y los principios básicos para la coexistencia inclusiva, el intercambio y el aprendizaje mutuo entre las civilizaciones del mundo, sino que, también, la fuente de la fuerza motriz y el camino pragmático para su realización. Es una gran iniciativa totalmente constructiva, operativa y sostenible; también es una extensión y un complemento de la Iniciativa para el Desarrollo Global y de la Iniciativa para la Seguridad Global, y junto con ellas, constituyen una parte importante de la comunidad de destino compartido para la humanidad.

Hoy vivimos en un mundo globalizado, donde el futuro y el destino de todos los países están estrechamente vinculados como nunca antes, y la paz y el desarrollo se han convertido en el objetivo común de toda la humanidad. Sin embargo, es preocupante el resurgimiento de la mentalidad de la Guerra Fría y la propagación de las teorías como “los méritos del sistema”, “el choque de civilizaciones” y “el final de la historia”. Ciertos países han intentado en vano crear una “alianza de valores”, tejiendo una falsa narrativa sobre “democracia contra autoritarismo”, para provocar la confrontación ideológica y una batalla campal, convirtiéndose en la mayor amenaza para la paz y el desarrollo mundial. Ante los desafíos globales relacionados con el futuro y el destino de la humanidad, los diferentes países y civilizaciones necesitan con urgencia eliminar el distanciamiento, los prejuicios y el odio; y abogar por la igualdad, el aprendizaje mutuo, el diálogo y la inclusión para enfrentarlos.

China y Chile son cunas de civilizaciones históricas con trayectorias brillantes. Ambos países pasaron por dolorosas y trágicas experiencias de explotación y saqueos coloniales, y hoy también comparten el desafío común de hacer realidad la prosperidad del país y la felicidad de su pueblo. Después de cien años de luchas arduas, China por fin se ha encaminado por la anchurosa y prometedora vía de la revitalización de la nación sobre la base de la modernización al estilo chino; y estamos muy contentos de ver que, en los últimos años, Chile también ha obtenido relevantes logros en cuanto al fomento del valor de su civilización antigua y en procurar la equidad y el desarrollo social.

Una sola flor no hace la primavera y esta llega cuando todas se alzan en el jardín. Las civilizaciones de China y Chile son frutos espléndidos de las civilizaciones de la humanidad. Ambos países deben y pueden unirse para promover los valores comunes de toda la humanidad, fortalecer el intercambio y el aprendizaje mutuo entre civilizaciones, hacer mayores contribuciones a la construcción de una comunidad de futuro compartido para la humanidad, y al desarrollo y progreso de los seres humanos.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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