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¿Qué se le ha perdido a España en China? El desafío estratégico que redibujará el mundo
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¿Qué se le ha perdido a España en China? El desafío estratégico que redibujará el mundo

La región Asia Pacífico es la piedra angular de la geoestrategia del siglo XXI. A más de 8.500 kilómetros de distancia, uno podría preguntarse, ¿qué pinta España en todo esto?

Foto: Vladímir Putin y Xi Jinping se reúnen en Moscú. (Reuters/Sputnik)
Vladímir Putin y Xi Jinping se reúnen en Moscú. (Reuters/Sputnik)

Pedro Sánchez viaja a China este jueves y viernes, donde se reunirá con el hombre más poderoso del mundo, Xi Jinping. El presidente español será el primer líder europeo en verse cara a cara con el mandatario chino después de su reciente espaldarazo (diplomático, que no militar) a Vladímir Putin en plena invasión de Ucrania. El encuentro llega en un momento de máxima desconfianza de Occidente con Pekín y con la perenne sombra de un potencial conflicto con Taiwán. Pero la cuestión va más allá de China. La región Asia Pacífico se ha convertido en una dilema que va más allá del comercio y la diplomacia para convertirse en la piedra angular de la geoestrategia del siglo XXI. A más de 8.500 kilómetros de distancia, uno podría preguntarse, ¿y qué pinta España en todo esto?

Los decibelios en torno a China llevan varios años subiendo. La guerra comercial y tecnológica iniciada por Donald Trump en su presidencia, la creciente agresividad global china por el covid-19 (y su hostilidad hacia Taiwán), la sensación de excesiva dependencia de sus cadenas de suministro durante la pandemia y, ahora, la neutralidad favorable a Rusia en la invasión de Ucrania han sido hitos sucesivos que han agrietado unas relaciones que llevaban décadas de relativa estabilidad. Sin embargo, hay muchos matices en esta sucesión de acontecimientos. La animadversión hacia Pekín avanza a distintas velocidades en Occidente. Lo explica mejor Isaac Kardon, experto en China del Carnegie Endowment for International Peace y exprofesor asociado de la Escuela de Guerra Naval de EEUU.

“España, en general Europa, tiene una serie de intereses mixtos respecto a China. Por un lado, es un socio comercial de primer orden, aparentemente indispensable (China es el mayor socio comercial del planeta) y se está convirtiendo en un gran inversor en muchos sectores que los gobiernos europeos quieren desarrollar. Por el otro, tienes a un creciente número de países occidentales; Estados Unidos, Reino Unido, Japón, Australia y otros, cuya relación de seguridad con China está en una erosión progresiva. No creo que sea el caso de Europa ahora mismo. Los europeos no han alcanzado todavía ese punto en el que están EEUU o Australia sobre la naturaleza del desafío de seguridad que supone China. Pero cada vez es un tema más importante”, asegura durante una entrevista con El Confidencial.

Foto: Pedro Sánchez y Xi Jinping, en el Palacio de la Moncloa durante una visita del líder chino a España. (Getty/Pablo Blázquez Domínguez)

"Durante mucho tiempo la actitud de España y de Europa era de cajón. Aunque no te gustara todo lo que hacía China, en términos de seguridad, derechos humanos o políticos, la importancia de eso era mínima porque el riesgo percibido era bajo. Pero ahora hay una desalentadora expectativa de que las relación entre China y Occidente, en general, tiende cada vez más hacia la confrontación. Y esto se ha visto mucho en Europa por la posición china en la guerra en Ucrania. Es un elemento que muchos países europeos comienzan a tener en cuenta y les insta a balancear su relación económica", agrega el analista.

Un debate que nos es ajeno

Sí. La amistosa ambigüedad china hacia Moscú es motivo de preocupación en los pasillos de poder occidentales y no menos en los cuarteles de la OTAN. Especialmente en el flanco central y oriental de Europa, donde hace una década Pekín profundizaba sus lazos con 16 países con la alianza de cooperación comercial 16+1, incluyendo Polonia, Hungría y Rumanía. Al grupo se sumaría Grecia en 2019, haciendo el 17+1. Algunos países ya habían marcado ciertas distancias hace algunos años, pero la invasión ha supuesto para algunos un punto y aparte.

Por ejemplo, para Lituania, Estonia y Letonia, que sucesivamente fueron abandonando el grupo hasta reducirlo a un 14+1. Puede que República Checa, con un nuevo halcón al mando, sea la próxima en salir. En varios países, el entusiasmo de cooperación ha dado lugar a un debate sobre cómo imponer medidas más estrictas para la entrada de inversión china en ciertos sectores. Alarmado, Xi mandó un enviado diplomático a la región en mayo y junio del año pasado, donde fue recibido gélidamente en varios países —especialmente en Varsovia—. Algunos diplomáticos de alto rango incluso se negaron a recibirlo, según fuentes diplomáticas al medio Asia Nikkei.

Foto: Soldados del Ejército Suizo de maniobras. (Reuters)

También en Europa occidental, el debate sobre China se agita cada vez en ambientes parlamentarios y sociales, como en Alemania, donde los Verdes, ahora en la coalición de gobierno, tienen una visión crítica de la dependencia comercial germana del gigante asiático; o en Reino Unido, donde hay sectores tories tratando que la política nacional sea más directa con China. Francia, Bélgica o Países Bajos han declarado oficialmente como "genocidio" el trato del Partido Comunista Chino hacia la minoría musulmana uigur.

No así en España, donde hay una extraña unanimidad en mantener estables los vínculos con Pekín —guiada por el borroso marco europeo de rivalidad, competencia y cooperación— y no hay indicios de que ningún partido tenga intención de cambiarlos. Es un debate que, en gran parte, nos resulta ajeno.

Amigo español, autonomía europea

La visita de Sánchez (la undécima de un presidente del gobierno a China) tiene, por tanto, dos ángulos. Uno como líder europeo a punto de asumir la presidencia temporal de la UE, en el que trasladará —con más o menos firmeza— las opiniones consensuadas y conocidas en el seno de Bruselas. En este punto, España no tiene interés en inclinar el fiel. Defenderá la integridad territorial de Ucrania y se mostrará dispuesta a escuchar los planteamientos de Pekín y su plan de paz que no convence a nadie. Y luego el bilateral, enmarcado en el 50 aniversario de relaciones diplomáticas y una floreciente, y muy desequilibrada, relación comercial. Dentro de esa Europa mosqueada, España es la cara amable. "El mejor amigo de China en Europa", que llegó a decir Wen Jiabao en 2009.

"Hay que recordar que ministro de Asuntos Exteriores Francisco Fernández Ordóñez fue el primer europeo en visitar China después de Tiananmén (1989). La relación bilateral España-China es importante, Pekín se ha convertido en uno de los principales socios comerciales e inversores en España. Y después de la pandemia se espera una recuperación del turismo chino. España nunca ha tenido problemas con China, no ha planteado una amenaza y son socios tecnológicos en muchas cosas", considera el analista Andrés Ortega, dos veces director del Departamento de Análisis y Estudios del Gabinete de la Presidencia, a El Confidencial.

Foto: Joe Biden, presidente de Estados Unidos. (EFE/Yuri Gripas)

Las importaciones españolas de China marcaron un récord en 2022 de casi 50.000 millones de euros (principal proveedor, con el 11% del total de importaciones), mientras que las exportaciones rondan los 8.000 millones, un ligero descenso respecto a los máximos de 2021 (y suponen apenas un 2% de las ventas españolas en el exterior, 11º en la lista).

"Y lo que la Unión Europea quiere es conservar su autonomía frente a China y no verse arrastrada a esta separación, o decoupling, o enfrentamiento en la mal llamada Guerra Fría con China que parece busca Washington, también por sus razones internas. La diferencia con Rusia es que no hay interferencia política, no parece que China quiera exportar su modelo —quizás algunas partes de su modelo, como hace EEUU, Reino Unido o Francia—. En ese contexto se enmarca la visita de Sánchez: reforzar las relaciones bilaterales y mandar un mensaje europeo de autonomía", agrega.

En realidad, los intereses geoestratégicos de Europa en Asia Pacífico son más globales que particulares (más allá de los casos de algunos países que conservan ciertas plazas o territorios en la zona como Reino Unido o Francia). El peso geopolítico, económico y demográfico ha basculado del Atlántico al Indo-Pacífico y la UE busca su papel en esta transición con destino desconocido con una estrategia propia. "La región no es solo China, es también el auge de India y otros países de la zona, como Indonesia. La estabilidad estratégica militar de la zona nos interesa a todos. Se abusa del concepto nueva guerra fría. A lo que estamos asistiendo es a una reconfiguración del mundo", concluye Ortega.

Foto: Batallón francés de la OTAN, en Rumanía. (Reuters/George Calin)
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Al fin y al cabo, la tensión última entre Occidente y China es esta isla independiente del tamaño de Cataluña pero con más de 23 millones de habitantes que Pekín reclama como una provincia rebelde. Un conflicto China-Taiwán no supone un riesgo militar directo para Europa, pero arrasaría con la economía global de formas difíciles de calcular y pondría a los aliados europeos en tesituras a las que ni la UE —y mucho menos España— no se atreve a dar respuestas. ¿Habría sanciones, como en el caso de Rusia? ¿Se mandaría armamento a una isla asediada? ¿Qué pasaría con el comercio, los semiconductores o las tensiones regionales latentes? Y la pregunta que precede a todas estas, ¿tiene China intención de invadir Taiwán?

De Taiwán a Bilbao

La guerra en Ucrania ha hecho que los riesgos latentes antes descartados a la ligera hayan ganado enteros en el análisis de cualquier situación de conflicto. Pero los analistas coinciden en dar bajas probabilidades a una confrontación en el estrecho de Formosa. Conversamos con Isaac Kardon sobre cómo las lecciones que llegan desde el frente ucraniano hacen que China —y el resto de actores en la región— estén recalculando el impacto de un choque directo y los otros desafíos de seguridad que supone Pekín para España y nuestros socios comunitarios.

PREGUNTA: Hemos visto a Pekín flexionar mucho músculo militar en los últimos años y la invasión rusa de Ucrania hace a muchos temer un eventual efecto contagio en otros escenarios, como el de China-Taiwán.

RESPUESTA: Pekín necesita una Rusia fuerte, capaz de presentar un segundo frente contra la hegemonía estadounidense y occidental y ver a Rusia desangrarse no le está dando confianza pública, especialmente cuando Rusia está violando la principal norma en la que China y Occidente están de acuerdo, que es en la integridad territorial. En cualquier caso, no creo que esto esté abriendo una ventana de oportunidad para invadir Taiwán mientras EEUU, Reino Unido, Europa están distraídas. Solo harían algo así bajo condiciones de extrema amenaza política. La guerra en Ucrania distrae ciertas capacidades de EEUU, pero no están librando la guerra sobre el terreno. Y EEUU tiene cosas muy diferentes que decir respecto a Taiwán que respecto a Ucrania.

Foto: El caza furtivo chino J-20, en la feria aérea de Zhuhai. (Reuters)

P: Pero hemos visto a altos mandos militares de Estados Unidos dar fechas muy concretas.

R: Creo que esas fechas han sido malinterpretadas y que los generales y almirantes que las dieron no se han hecho un favor al no salir a explicarlas. Obvio, parte de eso es intencional. Pero hablan desde la posición en la que están, valorando las capacidades militares de China y desde una variedad de perspectivas de esas capacidades, analizando tendencias y trayectorias. Creo que hacen juicios razonables sobre cuándo el Ejército de Liberación Nacional sería capaz de conducir una gran operación anfibia contra Taiwán. Primero, el almirante Davidson dijo que 2027, luego otro general que 2026, luego 2025. Quizás haya una más reciente. Pero son evaluación de capacidades que no tiene que corresponderse con la decisión de hacerlo. Invadir Taiwán sería una decisión mucho más compleja y difícil que un cálculo de probabilidades de tener éxito militar.

P: ¿Puede ser China entonces ser contenida?

R: Las respuesta optimista es sí, pero la pesimista es que no creo que pueda ser contenida solo por posturas de fuerzas y alianza militares. Y no solo por EEUU. Toda esta doctrina de la disuasión se basa en la idea de que el contrario vea la situación y piense que no merece la penta. ¿Cuáles son las cosas que necesitas para crear esas duda, esa incertidumbre e incluso ese miedo? Una parte es, obviamente, construir capacidades militares. Pero también se necesita un argumento político de peso. Porque si nos centramos en la disuasión puramente militar —creo que no es la intención de EEUU, pero puede ser lo que China perciba— entonces fracasará: China concluirá que no importa lo que haga, que EEUU le va a negar la oportunidad, no solo de tomar Taiwán, sino de prosperar y lograr ese gran rejuvenecimiento al que aspira.

Foto: Una niña sostiene una bandera ucraniana para mostrar su apoyo a Ucrania y conmemorar el primer aniversario de la invasión rusa de Ucrania en Taipéi. (Reuters/Ann Wang)

P: Pero a lo que aspira China es, precisamente, a integrar Taiwán en su territorio.

R: Lo que hemos visto hasta ahora, y creo que seguiremos viendo, no es un intento de reunificación por la fuerza, porque si creyeran que solo es cuestión de músculo militar ya lo habrían intentado. No quieren un Taiwán independiente y reconocido por la comunidad internacional y harán lo posible para crear las condiciones para que en algún momento sea reconocido oficialmente como parte de China. Así que mientras les hagamos creer que eso es posible, podrán ser contenidos. Si concluyen que bajo ninguna circunstancia EEUU y sus aliados permitirán que Taiwán salga de esta nebulosa incertidumbre de un estado no soberano que le niega a China un futuro unificado, entonces se podrían dar las condiciones para que, en teoría, falle la disuasión. Entonces, estos almirantes y generales están diciendo que EEUU llega tarde para reorganizar sus militares y negar a China la habilidad de hacer estas cosas. No estamos dónde querríamos estar en capacidades.

P: Pero puede que para Europa su interés estratégico no coincida con el de EEUU en términos de defensa.

R: El verdadero desafío de seguridad para Europa de China no es una amenaza militar, que básicamente no existe. Creo que la guerra de Ucrania está haciendo que muchos europeos reconozcan que, desde un punto de vista de seguridad, muchas cosas no van a ser fácilmente entre China y sus socios comerciales occidentales. El ángulo militar está sobredimensionado, pero el de inteligencia no. China recopila mucha inteligencia comercial así como militar, como una especie de coste agregado. Si construyen y operan activos en Europa, especialmente en infraestructuras, pueden observar los flujos comerciales y de personal. Inevitablemente, hay un elemento de seguridad en esa recopilación de inteligencia.

Foto: Oficina china de Usera. (A. V.)

P: Como la preocupación por los puertos que China está comprando por toda Europa, incluyendo en España (Bilbao y Valencia).

R: Creo que la preocupación por los puertos está justificada. Bilbao representa un ejemplo de cómo representa los intereses estratégicos de China y los comerciales (de la naviera) COSCO. No es un tema de uno o lo otro. Hay un objetivo de hacer negocio y proveen valor a su cliente. El problema es que también hay implicaciones de seguridad en el peso general de China en los puertos, astilleros y logística del Mediterráneo. No se trata de puntos aislados. Cada puerto forma parte de un esfuerzo sostenido por consolidar una red de poder. Un poder que luego pueden usar, por ejemplo, para forzar a los Estados europeos a utilizar sus flujos comerciales. Creo que estas concesiones debería ser objeto de un mayor escrutinio por parte de la seguridad nacional. Y si el tono del debate político en España es como en Alemania o Italia, puede que muchas de estas firmas chinas no logres renovar las concesiones que lograron antes.

P: En España, China está un poco fuera del radar. Ni siquiera hay mucho disenso entre partidos, lo cual es curioso en un país donde todo se politiza.

R: Tengo una teoría de por qué pasa eso. Creo que es apropiado para España no ver a China como una amenaza prioritaria de seguridad. No tiene el mismo tipo de competición estratégica con China que EEUU y le conviene esta relación discreta y segura. Pero también España es víctima de ciertas prácticas de China que son parte de esa percepción de amenaza que tiene EEUU. Espionaje comercial, patentes, vigilancia, derechos humanos, actuaciones extraterritoriales contra ciudadanos chinos en España. Hay muchos elementos que pueden disparar las alertas de seguridad. Pero entiendo que el ciudadano español no tenga en mente en peligro geopolítico de China a largo plazo para Europa. Quizás con la guerra de Ucrania comiencen a verlo de otra forma.

Pedro Sánchez viaja a China este jueves y viernes, donde se reunirá con el hombre más poderoso del mundo, Xi Jinping. El presidente español será el primer líder europeo en verse cara a cara con el mandatario chino después de su reciente espaldarazo (diplomático, que no militar) a Vladímir Putin en plena invasión de Ucrania. El encuentro llega en un momento de máxima desconfianza de Occidente con Pekín y con la perenne sombra de un potencial conflicto con Taiwán. Pero la cuestión va más allá de China. La región Asia Pacífico se ha convertido en una dilema que va más allá del comercio y la diplomacia para convertirse en la piedra angular de la geoestrategia del siglo XXI. A más de 8.500 kilómetros de distancia, uno podría preguntarse, ¿y qué pinta España en todo esto?

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