Evolución estética

Las tiendas chinas de ropa conquistan los barrios de Barcelona

Los comerciantes asiáticos se incorporan al paisaje de proximidad y cada vez se agremian más, aunque persiste la barrera del idioma

Una tienda de ropa regentada por comerciantes chinos en la calle Rogent

Una tienda de ropa regentada por comerciantes chinos en la calle Rogent / Ferran Nadeu

Ferran Dalmau

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El comercio en los barrios evoluciona con el relevo generacional, las nuevas tendencias y también con la globalización de los emprendedores. Así, la presencia del empresariado chino en Barcelona es una realidad a pie de calle desde hace años, y se ha diversificado progresivamente para participar de sectores muy diversos. Tras un boom de restaurantes, bazares y mayoristas, hoy las tiendas minoristas de ropa se han hecho hueco en los barrios con una oferta y una estética plenamente occidentales.

Estos nuevos establecimientos se han implantado sobre todo en los ejes comerciales de proximidad, por ejemplo en calles como Gran de Gràcia, la carretera de Sants, la calle Rogent o la avenida Gaudí. La mayoría son propiedad de familias particulares, pero también han surgido cadenas textiles de origen chino con epicentro en Barcelona, como Florencia. Ya ocupa posiciones destacadas en arterias céntricas como Rambla de Catalunya, Portaferrissa o Pelai. Incluso ha tenido la osadía de sustituir a Oysho (Inditex) en plena Rambla de Barcelona.

Una tienda de ropa regentada por comerciantes chinos en la calle Rogent

Una tienda de ropa regentada por comerciantes chinos en la calle Rogent / Ferran Nadeu

 Todas las fuentes consultadas en este reportaje coinciden que se trata más de un cambio de formato que de un incremento de tiendas. De hecho, la pandemia ha hecho cerrar muchos negocios en Barcelona, también comercios chinos. La ropa y los complementos, más dependientes de la compra impulsiva, sufren en tiempos de inflación. Pero a pie de calle, para el vecino, llama la atención la gran adaptación de la moda de fabricación china al gusto local, tanto en el género como en la decoración. En ejes donde las tiendas de ropa independientes casi han desaparecido por la competencia de los gigantes globales, estos nuevos comercios asiáticos con propuestas asequibles han hallado el camino para hacerse una clientela propia. 

Una voz representativa de esta nueva hornada comercial es Johni Zhang, secretario general de la Federación de Corporaciones Chinas en España y responsable de Victoria, una gran firma mayorista de ropa china. Antes se había dedicado a la construcción y a la restauración, hasta que los negocios le fallaron. Reconvertirse es cultural, dice: “Nosotros no nos caemos y nos damos por vencidos. El que es emprendedor, lo sigue siendo”. 

Johni Zhang corrobora que la ropa china cada vez es más parecida a la europea: “Trabajamos con tiendas de firma europea, y ahora nuestras prendas son de la misma calidad y con diseño muy similar”. A la pregunta de porqué, responde con un proverbio en español: “Camarón que se duerme se lo lleva la corriente. ¡Es lo que pide la gente!”. En su firma mayorista llegan cada semana modelos nuevos: “Nos hemos adaptado al modelo de rotación rápida que han impuesto empresas como Inditex”.  

Johni Zhang, empresario textil de origen chino afincado en Barcelona

Johni Zhang, empresario textil de origen chino afincado en Barcelona / Ferran Dalmau

Los diseños que llegan son producidos masivamente en Italia, en Prato (Toscana): “Allí son 100.000 chinos en unas 10.000 empresas productoras”. Nada que ver con la densidad de compatriotas aquí, compara: “En los alrededores de Barcelona somos unos 300 mayoristas”. La población china en Catalunya no alcanza las 70.000 personas. Conoce de primera mano el caso de Florencia, cadena propiedad de un amigo suyo, Kim. Pese a una vertiginosa expansión en solo 8 años, también nota las crisis como cualquier otro comerciante y tuvo que cerrar establecimientos el año pasado, ejemplifica Zhang.

Agremiarse, un largo camino

La integración de las tiendas en el paisaje cotidiano no avanza paralela a la inmersión de los empresarios en el tejido asociativo de Barcelona. El barrio que tiene más avanzada esta tarea es Fort Pienc (Eixample), que desde hace ya 25 años es pionero en atraer emprendedores del gigante asiático en calles como calles Ali Bei, Roger de Flor o Trafalgar. Ahora también es pionero en conseguir que estos comerciantes se asocien: solo el 10% de los negocios del barrio son chinos, pero en la Asociación de Comerciantes Eix Fort Pienc representan más del 20% de los socios.

Comercio de ropa asiático en Fort Pienc, con prendas de diseño occidental y actual

Comercio de ropa asiático en Fort Pienc, con prendas de diseño occidental y actual / Ferran Nadeu

Este buen resultado no les ha caído del cielo, llevan años trabajándolo. Buena parte del mérito radica en un proyecto nacido en 2012, XEIX, que proporciona interlocutores para que los comerciantes autóctonos puedan contactar con los de origen chino e invitarles a integrarse en la asociación del barrio. El Ayuntamiento de Barcelona impulsó y financia –a través de una licitación pública– esta iniciativa, que recibió el premio Diversity Advantage Challenge de la Unión Europea. Portavoces actuales de Xeix describen cuál ha sido la mejor vía para mostrar la eficacia de agremiarse: cuando detectan que uno o varios comercios de la zona tienen un problema, desde burocracia hasta un contenedor mal colocado, un responsable de Xeix y otro del Eix Comercial Fort Pienc programan una visita para echarles una mano. Cuando está resuelto es mucho fácil convencerles de que se adhieran.

Abrir la lata fue lo más complicado, reconocen. Superada la barrera inicial, las adhesiones fueron creciendo y ahora ya son más de 20 asociados en todo el barrio. Pagan la cuota –20 euros al mes–, reciben la ayuda cuando la necesitan, expresan dudas y propuestas y participan en la vida comunitaria del barrio, por ejemplo el pasado fin de semana impulsaron los festejos en Barcelona del Año Nuevo Chino. 

Diversificación e idioma

El embrión del comercio chino del Fort Pienc fueron las tiendas mayoristas de ropa china que hace 20 años llenaban la calle Trafalgar. Aquel ‘hub’ ya no existe, porque los mayoristas crecieron y se mudaron a polígonos industriales, sobre todo a Badalona, donde también opera Zhang. Recogieron el testimonio peluquerías, bares, restaurantes e incluso escuelas de idiomas. Hoy la presencia china se reparte por decenas de especializaciones comerciales. No obstante, el idioma sigue siendo el gran obstáculo para la plena integración.

Comercio de ropa asiático en la Ronda Sant Pere

Comercio de ropa asiático en la Ronda Sant Pere / Ferran Nadeu

El director de la asociación de tenderos, Carlos del Río, subraya que todavía persiste el escollo, aunque menos que en aquellos primeros años. En la misma línea, la responsable del proyecto XEIX señala que ya hay una nueva generación de comerciantes de origen asiático, jóvenes que hablan bien tanto el castellano como el catalán. Uno de los objetivos de la comunidad era conseguir que esta generación pudiera tener estudios superiores: ahora en uno de los institutos más cercanos ya hay 17 alumnos de familias chinas en Bachillerato. Hace 5 años eran solo dos.

“Yo no tengo muchos estudios, porque tuve que trabajar para llevar dinero a casa”, cuenta Johni Zhang, que ha aprendido a llevar un negocio a través de la experiencia. Lo explica con un proverbio chino: “En vez de estudiar 10.000 libros, anda 1.000 kilómetros”. También ha tenido que lidiar con otro obstáculo, este externo: el racismo. Y es que los primeros comercios de barrio chinos notaron un fuerte rechazo: “Cuando abrí mi primer establecimiento, un bar, nos poníamos de espaldas cuando entraba un cliente. Hasta que no se sentaba no nos girábamos, porque si no se iban”.

Incomunicación en Gràcia o Poblenou

Los comercios chinos asociados en el Fort Pienc no son representativos de la situación general de la ciudad, a día de hoy. Por ejemplo la presidenta de los comercios de Gran de Gràcia, Clara Camps, explica que no viven lo mismo en este territorio: “Tenemos contacto cero con los comercios chinos, la comunicación es imposible por culpa del idioma”. Aún así, Camps destaca que han abierto 3 o 4 negocios chinos en la que es la calle más vivaz de Gracia.

Interior de una tienda de ropa regentada por comerciantes chinos en la calle Rogent

Interior de una tienda de ropa regentada por comerciantes chinos en la calle Rogent / Ferran Nadeu

Lo mismo ocurre en Poblenou, cuenta el presidente de los comercios de allí, Miquel López: “Dónde el Ayuntamiento ha puesto interlocutores ha funcionado, aquí no tenemos ninguno”. “Cuando abre un negocio chino, de entrada descartamos ir a hablar con ellos. Y no lo priorizamos porque normalmente no nos entendemos”, confiesa. El presidente del Eix Comercial del Poblenou también ha observado que en la ciudad “han ido cerrando mayoristas chinos en favor de minoristas” y que las tiendas se han modernizado: “Al principio la ropa china parecía más cutre y ya no es así”.

El Fort Pienc confía en abrir camino al resto de barrios. Allí los comerciantes chinos que se han agremiado se mantienen fieles mes tras mes. Falta “información y comunicación” sobre la vida asociativa, considera el presidente de los comerciantes, Carlos del Río.  “Crecerá cuando entre los propios comerciantes las ventajas circulen por el boca a boca”, coincide Johni Zhang.

Suscríbete para seguir leyendo