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La mayoría progresista del Constitucional no logra pactar quién será el presidente del tribunal

Conde-Pumpido consigue que se celebre una reunión para discutir si se elige a un solo candidato del grupo y Balaguer se muestra decidida a mantenerse en liza

Pedro González-Trevijano, en el centro, este lunes en el Tribunal Constitucional.
Pedro González-Trevijano, en el centro, este lunes en el Tribunal Constitucional.chema Moya (EFE)
José María Brunet

Los siete magistrados que componen la nueva mayoría progresista del Tribunal Constitucional se reúnen este martes para tratar de evitar la fractura del grupo si se mantienen los dos candidatos que aspiran a ocupar la presidencia del tribunal, Cándido Conde-Pumpido y María Luisa Balaguer. Los contactos preliminares a esta reunión no han dado resultados. El primero cuenta en principio con cinco votos, incluido el suyo, para acceder al cargo, pero se necesitan seis. Balaguer, a su vez, dispone del apoyo de los cuatro magistrados del sector conservador, y podrá alcanzar la presidencia si a su propio voto suma también el de la magistrada María Luisa Segoviano, propuesta por el PP para acceder al Constitucional y aceptada por los vocales progresistas del Poder Judicial con el objetivo de facilitar la renovación del propio órgano de garantías.

Para el Gobierno, lo importante era desbloquear el Constitucional y conseguir que tuviera una mayoría progresista. Ahora, ya la tiene. Hay siete magistrados progresistas y cuatro conservadores. Pero los progresistas están divididos sobre quién debe acceder a la presidencia. Esa es la dificultad de la situación. Conde-Pumpido tiene el respaldo del Ejecutivo, dada su trayectoria, en la que destacan sus siete años, entre 2004 y 2011, como fiscal general del Estado. Balaguer, a su vez, tiene también un amplio apoyo en el ámbito gubernamental, sobre todo en el sector que se conoce con el apelativo de “feminismo clásico” en la órbita socialista.

En este marco general, es la primera vez que el Constitucional cuenta con cinco magistradas, rozando la paridad con los seis magistrados. Desde el mencionado sector del “feminismo clásico” socialista, se considera que esta situación supone una oportunidad de instalar la perspectiva de género en el tribunal, y que no debe desaprovecharse. Hay quien le pide a Segoviano que no provoque una fractura en el grupo progresista. Y hay quien le pide que vote de forma plenamente independiente, sin infundados sentimientos de culpabilidad, porque, igual que podría retirarse Balaguer, podría dar un paso al lado Conde-Pumpido.

Con esta incertidumbre como dato definitorio de la situación van a reunirse este martes los siete magistrados que forman la nueva mayoría progresista del Constitucional. Durante las recientes fiestas navideñas hubo entre ellos muchas llamadas y especulaciones, pero ninguna negociación para tratar de resolver el dilema. En teoría, todos acuden a la reunión sin decisiones tomadas, pero en la práctica todos saben lo que está en juego. La mayoría conseguida puede dar el primer signo de debilidad si se rompe antes de llegar a la primera curva del camino.

Quizá por estas circunstancias, porque el problema no va con ellos, los cuatro magistrados de la nueva minoría conservadora ni siquiera tienen previsto reunirse mañana para preparar el pleno del día siguiente, miércoles, en el que se decidirá sobre quién es el presidente o la presidenta, y quién el vicepresidente del tribunal. El sector conservador, hasta ayer mayoritario en el Constitucional, vela simplemente armas, a la espera de que los magistrados del grupo progresista definan su posición.

María Luisa Segoviano, César Tolosa, Juan Carlos Campo y Laura Díez durante su toma de posesión como nuevos magistrados del Tribunal Constitucional, este lunes.
María Luisa Segoviano, César Tolosa, Juan Carlos Campo y Laura Díez durante su toma de posesión como nuevos magistrados del Tribunal Constitucional, este lunes. Ballesteros (EFE)
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Los conservadores apoyan a Balaguer porque creen que será más fácil generar bajo su presidencia una relación de empatía entre sectores. Y ese concepto, empatía, parece tener una especial relevancia en estos momentos, porque fue el empleado también por Segoviano para exponer su visión de cómo debe funcionar a partir de ahora el tribunal, sin roces internos y en busca de consensos.

Desde el sector que apoya a Conde-Pumpido se considera, en cambio, que hay que pasar ya de las musas al teatro, en expresión de un exmagistrado del Constitucional. Es decir, que hay que fijar unas reglas y tomar decisiones. La primera regla sería desde esta perspectiva que conviene llevar a cabo este mismo martes una votación del grupo. Es decir, la propuesta consiste en que la reunión se centre en elegir a un candidato del bloque progresista, y que no compitan al día siguiente dos aspirantes de este sector en el pleno convocado para elegir presidente o presidenta. La tesis es que no hay que dividir fuerzas, sino dotar de coherencia a la nueva mayoría, después de un período, el de los últimos nueve años, en los que han prosperado en las resoluciones del tribunal las opciones más identificadas con los postulados conservadores.

Desde el núcleo de apoyo a María Luisa Balaguer la propuesta de una reunión para decidir si llega al pleno un solo candidato del grupo progresista se ha visto con fuertes reservas. De entrada, Balaguer tiene tomada la firme decisión de presentarse ante el pleno como aspirante a asumir la presidencia del Constitucional. Y fuentes próximas a la propia magistrada aseguran que no va a dar un paso atrás. Al contrario, en ese pleno va a apelar a la situación del tribunal como una oportunidad, sobre todo con el fin de pedir apoyo para conseguir que la doctrina del Constitucional refleje su máxima identificación con la garantía del derecho a la igualdad. No se trata solo de defender un ideario feminista, sino de lanzar un mensaje a la sociedad desde un tribunal en el que, con una composición de seis hombres y cinco mujeres, se ha alcanzado por primera vez una situación muy próxima a la paridad.

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