Giorgia Meloni celebra su victoria en las elecciones italianas.

Giorgia Meloni celebra su victoria en las elecciones italianas. Reuters

Europa

El juego de poder de EEUU y Rusia: seducir a Meloni para asegurarse un socio en la guerra de Ucrania

Las ondas sísmicas del terremoto político provocado por la victoria de la ultraderecha en Italia se han sentido también en el resto del mundo.

27 septiembre, 2022 02:59
Jara Atienza Enrique Lavilla

El terremoto político provocado por la victoria de la ultraderecha en Italia ha sacudido a la Unión Europea, que mira con recelo la coalición que encabeza Giorgia Meloni (Hermanos de Italia) y que completan Matteo Salvini (La Liga) y Silvio Berlusconi (Forza Italia). Sus ondas sísmicas, sin embargo, se han sentido también en el resto del mundo y se han analizado con especial atención en Rusia y en Estados Unidos.

Con el ruido de la guerra en Ucrania como telón de fondo, ambos países han aprovechado la ocasión para tratar de seducir a la que presumiblemente será la nueva primera ministra de un país que es la tercera potencia económica de Europa y el segundo importador europeo de gas ruso. Cada uno, claro está, tiene sus motivos.

Al poco de conocerse los resultados de los comicios italianos del pasado domingo, el portavoz de la Presidencia rusa, Dimitri Peskov, ha asegurado que el Kremlin "está dispuesto a dar la bienvenida a cualquier fuerza política capaz de mirar más allá de la corriente mayoritaria, llena de odio hacia nuestro país, y mostrar objetividad y una postura constructiva".

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Unas declaraciones que sólo ensanchan el temor de Bruselas a que el nuevo Gobierno de coalición de Italia se desmarque de la línea establecida sobre la invasión a Ucrania. Es decir, el miedo a que relaje e incluso suprima las sanciones impuestas a Rusia con el objetivo de asfixiar su economía y detener así su maquinaria de guerra.

Y no es que Meloni se haya alineado con el presidente ruso, Vladímir Putin. Más bien al contrario: en las últimas semanas se ha declarado abiertamente atlantista y ha reiterado su apoyo a Kiev. Sin embargo, sus socios de coalición, a quienes necesita para llegar al Palazzo Chigi, mantienen una postura opuesta.

Berlusconi, que conserva una amistad con Putin desde hace 20 años, ha condenado la invasión rusa desde el principio. Lo ha hecho, eso sí, tímidamente, y hace apenas unos días trató de excusarle diciendo que el mandatario ruso se vio "empujado" a iniciar la "operación especial" en Ucrania.

Salvini, en cambio, no ha llegado a condenar nunca las actuaciones de Putin, ha cuestionado abiertamente la eficacia de las sanciones europeas y arrastra un pasado pro-Putin que muchos han sacado a relucir de cara a la votación del pasado domingo.

Berlusconi y Putin en 2019.

Berlusconi y Putin en 2019. Reuters

Es precisamente esa disonancia lo que el Kremlin quiere aprovechar. Y es que la guerra en Ucrania ha sido un tema central en la campaña electoral, sobre todo por las consecuencias que ha tenido en los ciudadanos, como el estallido de los precios de la energía.

En este sentido, con el nuevo Gobierno, euroescéptico a medias, Italia es para Rusia el socio más amigable dentro de un bloque (el europeo) cada vez más hostil. Un socio potencial con el que, además, ha mantenido durante años fuertes lazos económicos y diplomáticos. Al menos hasta que llegó al poder Mario Draghi en 2021.

Sólo a nivel comercial, antes de la guerra, Italia importaba el 40% de su gas de Rusia, aunque el país transalpino tiene tres infraestructuras gasísticas con Argelia. Así, el cierre de filas de la UE ha golpeado duramente a los italianos, que además de la crisis energética se enfrentan a una deuda pública que superó el 150% del producto interior bruto (PIB) en 2021.

La economía de Italia hace aguas y Meloni necesita dinero para que la inestable situación política de Italia no la expulse a los pocos meses de subir al poder. De ahí que haya suavizado su postura euroescéptica en los últimos meses: están en juego los 191.500 millones de euros de los fondos Next Generation EU.

Sin embargo, Putin también conoce la delicada situación del país. Y aprovechando la estrecha relación que tiene con Berlusconi y Salvini, que abren la puerta a levantar las sanciones por la guerra en Ucrania, podría tratar de tentar a Meloni para que rompa con el consenso comunitario a cambio de energía. Una energía incluso más barata, como la que está vendiendo a China y a India. De esta manera, el Kremlin conseguiría dividir y debilitar a Europa, por un lado, y aumentar sus ingresos por el otro. 

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Estados Unidos

En la otra orilla del Atlántico, EEUU también quiere seducir a Meloni. El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, ha asegurado este lunes que Washington "está ansioso" por trabajar con el nuevo Ejecutivo italiano en temas como la guerra de Ucrania o los Derechos Humanos.

"Tras los comicios de este domingo, estamos ansiosos por trabajar con el gobierno de Italia en nuestros objetivos compartidos: apoyar una Ucrania libre e independiente, respetar los Derechos Humanos y construir un futuro económico sostenible. Italia es un aliado vital, una democracia fuerte y un socio valioso", ha precisado Blinken en su perfil oficial de Twitter.

Meloni ha asegurado en numerosas ocasiones que pretende llevar a cabo una política fiscal equilibrada y abogará por la unidad de los socios de la UE y de la OTAN para apoyar a Ucrania frente a Rusia.

Cuando la candidatura de Meloni empezó a coger forma y se la empezó a ver como la favorita en las elecciones italianas ella misma quiso calmar los ánimos de sus socios europeos y grabó una intervención en vídeo en francés, inglés y español. Su objetivo era asegurar que su victoria no sería un terremoto ni provocaría rupturas en el seno de la UE.

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"He leído que una victoria de Hermanos de Italia puede ser algo desastroso, que provocaría un giro autoritario, que Italia podría salir del euro y otra serie de cosas sin sentido. Nada de eso es cierto", aseguraba la líder romana en aquella intervención.

Giorgia Meloni da las gracias a los italianos por su victoria electoral.

Giorgia Meloni da las gracias a los italianos por su victoria electoral. Reuters

De hecho, según informan medios internacionales e italianos, Meloni ha estado estos días en contacto directo con Mario Draghi y otros dirigentes políticos para que la transición de poder sea lo más cómoda y suave posible. El objetivo no es otro que el de evitar una espiral de crisis en estos tiempos de incertidumbre económica, según señalaron analistas y funcionarios europeos a la agencia Reuters.

Para Marc Lazar, especialista en política italiana que trabaja para el 'think tank' Institut Montaigne, lo que se ha procurado es que Meloni "entienda lo importantes que son determinados asuntos para evitar que eche a perder los logros alcanzados hasta ahora".

Por eso en Washington la victoria de Meloni no ha generado preocupación y confían en que mantenga la línea seguida por Draghi. "Esta narrativa de que todo va a ser un desastre con la llegada al poder de Hermanos de Italia no cuadra con nuestras expectativas", señalan funcionarios estadounidenses.

La victoria de Meloni en Italia ha sido arrolladora, pero si nos atenemos a su declaración de intenciones no parece que vaya a generar un terremoto político en Europa ni mucho menos un 'tsunami' en la otra orilla del Atlántico.