Un crudo invierno inevitable para el BCE

Alerta en la eurozona

El banco está atrapado entre la Fed, la inflación desbocada, el alza de tipos y la inminente recesión

La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, habla durante una conferencia de prensa tras una reunión del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo en Fráncfort del Meno, Alemania, el 21 de julio de 2022.

Christine Lagarde, presidenta del BCE, en una rueda de prensa en Frankfurt. / 

RONALD WITTEK

Tras la decisión adoptada este miércoles por la Reserva Federal de subir otro 0,75% los tipos de interés, en la imponente Eurotower del Banco Central Europeo (BCE) ya saben lo que se avecina el próximo 27 de octubre. Ese día se reunirá el consejo de gobierno que rige los destinos del euro y fija su política monetaria y todo apunta en una dirección: en ese selecto cónclave, la presidenta Christine Lagarde y los otros cinco miembros del comité ejecutivo del BCE -con su vicepresidente, el español Luis de Guindos, el holandés Frank Elderson, el irlandés Philip Lane, el italiano Fabio Panetta y la alemana Isabel Schnabel- y los 19 gobernadores de los bancos centrales de los países de la eurozona volverán a hacer historia y subirán de nuevo con fuerza los tipos de interés.

¿Cuánto? Ya se verá, pero todo apunta a que será mucho y no por última vez. Como no se cansan de repetir Lagarde y sus más estrechos colaboradores desde hace meses, todo dependerá de los datos. Y estos no son malos, son malísimos. Hace dos días, se publicó el de la inflación industrial en Alemania. El llamado Índice de Precios del Productor se disparó un 8% en agosto, lo que situó la tasa interanual en ese mes en el 46%, la cota más alta desde 1949. Obviamente, no es que Alemania haya dejado de repente de ser competitiva, sino que se trata más bien de una muestra más de que la espiral inflacionista -que, nos decían los expertos, era exógena, temporal y estrictamente energética- ya lo permea todo.

La hoja de ruta

El BCE ya ha explicado que seguirá subiendo los tipos de interés en próximas reuniones

Los datos que manejarán en octubre Lagarde y los 24 consejeros del BCE -el órgano lo forman 23 hombres y solo dos mujeres- mostrarán de nuevo una muy alta inflación de la eurozona en el mes de septiembre, probablemente superior al 9,1% interanual del pasado agosto. Y, como ya comentó la entidad hace dos semanas, con unas expectativas a medio plazo elevadas. Solo por eso, el alza de tipos que se decidirá en la reunión ya debería ser agresiva. Y lo será. Del 1,25% actual en las operaciones de refinanciación -el tipo de referencia clásico al hablar de la política monetaria- se pasará al 1,75% o, quizás, al 2%. Lo mismo sucederá con el tipo de depósito que se aplica cuando los bancos colocan sus excedentes en el BCE, que se incrementará en la misma proporción desde su nivel actual del 0,75%.

Los datos no dejan otra salida al BCE, que, además, siente cada vez con mayor fuerza la presión del tipo de cambio. Estados Unidos va por delante en el ciclo económico y la Reserva Federal ha subido antes y con más contundencia los tipos de interés, como se ha vuelto a poner de manifiesto este miércoles. También está drenando la liquidez y, en suma, todo contribuye a fortalecer el dólar y debilitar el euro. La paridad actual -hoy, el euro cae hasta cerca de los 0,98 dólares- está cada vez más en peligro. Aunque el BCE siempre recuerda que no tiene el mandato ni la pretensión de velar por un tipo de cambio concreto, la actual cotización del euro perjudica la lucha contra la inflación y añade más presión a sus dirigentes.

Los tipos en la eurozona, como ya anticipan el Euribor y la deuda soberana y corporativa que cotiza en los mercados, apuntan ya por encima del 2%, pero en Estados Unidos se descuenta que pronto estarán entre el 4% y el 5%. Por eso, si la eurozona no subieran bastante más los tipos, el euro se depreciaría más y eso complicaría el control de la inflación por el encarecimiento de las materias primas importadas, entre ellas, el petróleo.

SINTRA (PORTUGAL), 29/06/2022.-El presidente de la Reserva Federal (Fed), Jerome Powell, junto a la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, en el foro anual de banca central que el Banco Central Europeo (BCE) celebra en Sintra (Portugal).- EFE/BCE/SOLO USO EDITORIAL/ SOLO USO PERMITIDO PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA/ (CRÉDITO OBLIGATORIO)

Christine Lagarde y Jerome Powell, en Sintra, antes del verano. / 

EFE

En definitiva, que todo apunta a que el precio del dinero aún se encarecerá mucho en la eurozona. ¿Hasta cuándo y hasta cuánto seguirán subiendo los tipos? Dependerá de los datos y de las expectativas que haya sobre la mesa a principios de año. Para entonces, con las economías de Estados Unidos y de la eurozona en algo muy parecido a una recesión -ya se verá si apocalíptica, como vaticina Nouriel Roubini, o más llevadera-, la política monetaria habrá causado ya parte de ese dolor a la gente que anticipaba Jerome Powell, el presidente de la Reserva Federal, hace unos días. ¿Habrá remitido la inflación en el arranque del 2023? Es muy improbable. Los economistas, ahora con más prudencia en términos generales, esperan al menos que se haya frenado su ascenso, pero poco más. 

Múltiples frentes

Los tipos altos y la recesión pueden devolver las tensiones a las primas de riesgo

Y ahí puede llegar la hora más complicada del BCE. Porque a la alta inflación, los tipos en el entorno del 2,5%, la recesión y lo que lleva consigo -quiebras empresariales y una mayor tasa de desempleo- se añadirán las tensiones en el mercado de la deuda. En junio, cuando el BCE anunció la primera subida de tipos en 11 años, las primas de riesgo de Italia y, en menor medida, de España y otros países del sur, se dispararon. De momento, los diferenciales aguantan, aunque Italia ya debe pagar más del 4% por sus bonos a diez años. El riesgo de la fragmentación aparecerá de nuevo y está por ver si funciona el instrumento ideado por el BCE para combatirla.

El BCE debe, pues, atender múltiples frentes con la presión del corto plazo y la necesidad de acertar en el diagnóstico, la receta y su implementación, a pesar de los efectos de sus decisiones en el medio y largo plazo, de ese dolor que puede provocar. Eso es, seguramente, lo que se espera de una institución con tanta responsabilidad sobre sus espaldas. 

Mario Draghi, predecesor de Lagarde en el BCE, contaba el chiste de aquella persona que estaba pendiente de un trasplante de corazón y a la que daban a elegir entre el de un hombre joven y fuerte, en forma, y el de un banquero central. Y proseguía que, sorprendentemente, el protagonista imaginario elegía el corazón del banquero central. Cuando le preguntaban la razón, respondía: "Porque nunca había sido usado"... Nadie duda de que el invierno económico al que conduce la subida de tipos será duro, pero incluso esta vez, cuando pinta tan mal, también terminará. Y tras él, como siempre, llegará la primavera.

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Lalo Agustina
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