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Pedro Sánchez arriesga con un giro progresista que reactiva su mayoría mientras el PP vuelve a ETA

El golpe de efecto del presidente galvaniza al PSOE y Unidas Podemos. Los populares, descolocados, evitaron hablar de las medidas económicas. El debate marca un choque ideológico que dominará la batalla electoral

Carlos E. Cué

Era justo lo que estaban esperando en la alicaída bancada de la izquierda, que no levantaba cabeza con las últimas encuestas y sobre todo desde el batacazo andaluz. El PP llevaba semanas en plena euforia. Parecía imparable. Pero el discurso de Pedro Sánchez, y su decisión de arriesgar con medidas progresistas a las que hasta hace poco decía que no, como el impuesto a la banca, dio un vuelco completo a ese intangible que es el ambiente político. Los socialistas estaban entusiasmados. Volvía el Sánchez que logró ganar sus segundas primarias en el PSOE con un discurso nítido de izquierdas que más tarde también consiguió resistir frente al embate de Podemos, evitando el tan temido sorpasso. Pero también estaban satisfechos en Unidas Podemos, donde creen que al fin ha llegado el giro que esperaban para tratar de recuperar la iniciativa y enchufar a una izquierda desmovilizada.

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El PP, que está convencido de que su regreso al poder en las próximas elecciones generales es inevitable, admite en privado que no esperaba una apuesta de Sánchez por medidas que para ellos son muy radicales y están más en línea con Unidas Podemos que con los socialistas. Después de un cierto desconcierto inicial, y con tiempo de sobra para cambiar su discurso ―Sánchez habló a las 12.00 y ella no tenía que intervenir hasta las 16.00―, Cuca Gamarra y Alberto Núñez Feijóo, que estuvo con ella casi toda la jornada, decidieron mantener lo que tenían pensado por la mañana, antes de que hablara el presidente: arrancar con ETA y buscar el efecto de un minuto de silencio por Miguel Ángel Blanco con el que querían poner en primer plano el acuerdo del PSOE y Bildu para la ley de memoria histórica. “Ese mismo espíritu de rebelión cívica que alimentó a los españoles hace 25 años es el que hoy nos sitúa enfrente de su Gobierno”, llegó a decir Gamarra. Y Sánchez comparó esa afirmación con el “usted ha traicionado a sus muertos y revigoriza a una ETA moribunda” que Mariano Rajoy le espetó a José Luis Rodríguez Zapatero en 2005, y que también retumbó en todo el Congreso.

El PP está convencido de que en toda España va a pasar lo mismo que en Andalucía, es decir, que habrá un trasvase de votos del PSOE a los populares. Y creen que la mejor estrategia para consolidar esa sangría es golpear en la relación del PSOE y Bildu porque por ahí confían en debilitar la resistencia de algunos votantes socialistas. Esto inquieta a algunos barones y dirigentes socialistas, que en privado han reclamado al Gobierno que cuide el centro e incluso plantean que Sánchez saque a Unidas Podemos del Ejecutivo y gobierne en solitario el resto de la legislatura. Pero el presidente y su entorno transmitían hace días que, pese a la tensión en algunas cuestiones con el grupo de Yolanda Díaz, como los gastos en Defensa, romper la coalición no es para nada su opción.

El debate del martes ha sido la confirmación definitiva de que, lejos de esa mirada al centro, Sánchez va a apostar por otra línea muy diferente: consolidar el discurso progresista, demostrar a los ciudadanos que el Gobierno de coalición apuesta con decisión por repartir de forma justa los costes de la crisis; y para hacerlo asume el riesgo de tomar medidas muy criticadas por los grandes poderes económicos, como un impuesto específico para las grandes energéticas y otro para la banca. Sánchez, que antes buscó el apoyo de estos sectores, cuyos máximos dirigentes estaban en primera fila en los actos de inauguración del curso político del presidente, trata de transmitir así que entiende la indignación de sectores muy amplios con los enormes beneficios de las energéticas y ahora los de la banca, y que, entre defender a la clase media o a estas grandes corporaciones, opta por lo primero. La caída en bolsa de los bancos el martes apunta a que las presiones serán enormes para que se replantee estos impuestos, pero el líder socialista parece decidido.

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El presidente se fue creciendo durante el día, galvanizado por los apoyos que iba recibiendo y el entusiasmo de su bancada, que ahora vuelve a creer que hay partido para las elecciones de 2023, y al final de la jornada ya tenía tan claro el eje del debate más ideológico que ha protagonizado hasta ahora que se encaró con Gabriel Rufián cuando le planteó dudas sobre su izquierdismo. “Me ha vuelto a dar hoy el carné de izquierdas. Se lo agradezco”, le dijo irónico y muy molesto. “Ojalá se hubiera levantado usted de izquierdas el día que decidió no votar la reforma laboral. Porque con el voto en contra de ERC, si no se llega a equivocar un diputado del PP, habría hecho decaer una buena reforma”, añadió.

Sánchez, un político que tiene su Manual de resistencia como guía de actuación en todo momento, demostró en el debate que está dispuesto a arriesgar y a usar los casi ilimitados mecanismos que tiene un Gobierno a su disposición para recuperar la iniciativa y dar un golpe de efecto que cambie una dinámica política dominada por el ambiente depresivo en la izquierda y la euforia en la derecha. Con su nuevo lema —“vamos a por todas”— y la idea de que se va a “dejar la piel para defender a la clase media trabajadora”, el presidente y su equipo, que llevaban semanas preparando este momento, han marcado algunos ejes de lo que será una larga campaña electoral a partir del otoño, cuando los barones autonómicos y alcaldes empiecen a ponerse ya nerviosos con sus comicios a la vista.

Será una contienda, o al menos así la quiere plantear Sánchez, muy ideológica. Feijóo prefiere huir de las “batallas culturales” que tanto le gustaban a Pablo Casado, pero el PSOE sí quiere llevar al PP a ese terreno para que se vean claramente los dos modelos de gestionar la crisis: mientras Sánchez plantea 100 euros mensuales (hasta final de año) para los alumnos de familias de rentas bajas o medias que ya tienen una beca, Isabel Díaz Ayuso apuesta en Madrid por becas para que familias de rentas altas ―de hasta 150.000 euros con dos hijos― paguen los colegios privados de sus hijos. “¿Qué va a ser lo próximo? ¿Un Imserso en Bora Bora con cargo al erario público? ¿Cheques de combustibles para los yates?”, se burló Sánchez en un momento especialmente aplaudido en su bancada. El eje izquierda/derecha y protección social/recortes queda, pues, fijado en un primer día de debate que deja muy buen sabor de boca en la izquierda del hemiciclo, que ahora afronta de otra manera esta resaca de las andaluzas. La derecha, pese a todo, sigue convencida de que el goteo por el centro seguirá.

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