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LOS EFECTOS DE LA FLEXISEGURIDAD

­El país donde no ha habido Gran Renuncia porque siempre hubo Gran Renuncia

Era la fórmula perfecta para convertirse en el país donde uno podía dejar el trabajo porque sabía que encontraría otro: paro bajo, alta rotación y seguridad para desempleados

Foto: Vista de una de las calles de Copenhague. (Getty/UCG/Giovanni Mereghetti)
Vista de una de las calles de Copenhague. (Getty/UCG/Giovanni Mereghetti)

La Gran Renuncia, el abandono en masa de su puesto de trabajo de cientos de miles de trabajadores (estadounidenses), es un fenómeno difícilmente exportable. En España, con una tasa de paro que se encuentra hoy en el 13,3%, es probable que se trate más bien de una Gran Rotación. Pocos países disfrutan de esa tormenta perfecta americana de empeoramiento progresivo de las condiciones de trabajo y bajos niveles de desempleo, que hoy se encuentran en el 3,6%.

Con una excepción europea, en la que no ha habido Gran Renuncia porque, tal vez, siempre la ha habido.

Foto: Foto: iStock. Opinión

Bienvenido a Dinamarca, uno de los mercados laborales más excepcionales del mundo donde confluyen unos niveles bajísimos de paro (2,4%), una alta protección social para los desempleados unida a una elevada flexibilidad en el mercado de trabajo, lo que da lugar a su famosa "flexiseguridad". Todo ello ha provocado que Dinamarca sea uno de los países con una mayor rotación de trabajadores del mundo, donde están acostumbrados desde hace décadas a dejar su puesto si ya no les aporta nada.

Así que hay dos lecturas posibles, no necesariamente incompatibles: o no ha habido Gran Renuncia, o siempre la ha habido.

"De media, un empleado suele durar menos de doce meses en la misma empresa"

"En Dinamarca siempre hemos visto una alta rotación laboral, es habitual que cambies de trabajo continuamente. De media, un empleado suele durar menos de doce meses en la misma empresa y cada año alrededor de un tercio de la fuerza de trabajo cambia de puesto. Esto ha caracterizado el mercado laboral danés desde hace décadas. Y por supuesto está relacionado con que las leyes de protección del empleo son muy flexibles, así que para las empresas es muy fácil despedir y contratar trabajadores", explica a El Confidencial Thomas Bredgaard, profesor de la Universidad de Aalborg que lleva dos décadas estudiando el mercado laboral danés.

Lo mismo ocurre desde el lado del trabajador: las bajas tasas de paro y las políticas activas de empleo hacen que no exista miedo a dejar el empleo. "Por supuesto, las tasas de movilidad son mayores entre los empleos de menor cualificación que entre la gente que tiene una carrera profesional", prosigue Bredgaard. "Pero aun así, si comparas Dinamarca con otros países, creo que todos los grupos ocupacionales tienen una movilidad laboral relativamente alta".

placeholder El profesor Thomas Bredgaard. (YouTube)
El profesor Thomas Bredgaard. (YouTube)

Uno de los impactos culturales más agudos que vivió Alejandro Cencerrado, actual 'senior data analyst' en el Happiness Research Institute de Copenhague, era la relación que sus compañeros mantenían con su trabajo. Como explica, no dudaban en cambiar de empresa o dejarlo si consideraban que su empleo ya no les aportaba nada. "Allí hay mucho trabajo y poco desempleo, así que saben que si se van o les echan van a encontrar algo rápido", recuerda, y añade una anécdota: "Lo que más me chocó es que cuando conseguí mi primer trabajo, me maté a trabajar, me quedaba hasta las siete de la tarde, hasta que una compañera me pidió que dejase de hacerlo, porque ellos salían a su hora (a las cinco) y daba la impresión de que trabajaban menos".

En otra ocasión, su propio jefe le echó la bronca a un compañero estadounidense "porque se había quedado trabajando toda la noche: es algo que está mal visto, el pensamiento es más bien el de 'por qué no te has organizado mejor para irte a casa antes'. En España, sin embargo, aparentamos que trabajamos mucho porque es la manera que tiene la gente de justificar sus trabajos para que no le despidan".

Y la Gran Renuncia, ¿qué?

"No, no, está ocurriendo todo lo contrario, el mercado laboral está en ebullición", responde el investigador danés cuando se le pregunta si está ocurriendo algo semejante en su país. "Los medios de aquí me lo han preguntado mucho, pero no hemos visto nada así. Al contrario, hemos comprobado cómo aumenta el empleo y la movilidad". La tasa de desempleo ha tocado fondo y la de empleo está en niveles récord, añade.

"Es la fuerza de trabajo la que fija las condiciones y son las empresas las que necesitan ser atractivas para los trabajadores"

Lo que sí se ha producido, como en otros países, es una escasez de trabajadores en determinados sectores, pero no se debe al abandono. "Que no hayamos visto una Gran Renuncia se debe a que los mercados laborales danés y estadounidense no se pueden comparar: creo que hay más trabajos en Estados Unidos con malas condiciones y sueldos más bajos que en Dinamarca, donde los sueldos son relativamente altos". Otra diferencia con países como España es la satisfacción laboral de los trabajadores: "Tenemos datos que muestran que la satisfacción laboral ha sido la misma durante la pandemia, así que la gente, al contrario que en EEUU, no estaba tan harta con sus trabajos como para dejarlos".

Algunas de las entrevistas que su equipo ha realizado mostraban que incluso los trabajadores de hoteles y restaurantes, que habían sido enviados a casa "tres veces durante la pandemia", lo que les había hecho reflexionar sobre sus trabajos, "no han abandonado el mercado laboral". Quizá porque siempre pudieron hacerlo.

placeholder El palacio de Christiansbor, donde tiene su residencia el primer ministro. (Reuters/Andrew Kelly)
El palacio de Christiansbor, donde tiene su residencia el primer ministro. (Reuters/Andrew Kelly)

"Con toda esta escasez de trabajadores, el mercado es del que vende, así que es la fuerza de trabajo la que fija las condiciones y son las empresas las que necesitan ser atractivas para los trabajadores", prosigue el profesor. "Pero incluso cuando el desempleo aumentaba, al tener esta alta movilidad, las empresas necesitaban ofrecer buenos trabajos y condiciones salariales para atraer al empleo cualificado. Así que creo que es más bien una carrera hacia arriba en lugar de hacia abajo". El investigador, eso sí, matiza que no todo huele tan bien en Dinamarca, y que la economía de plataforma está planteando nuevos retos sobre cómo regular esas condiciones.

La clave: la añorada flexiseguridad

Cuando Daniel Pérez del Prado, actual profesor de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad Carlos III de Madrid, llegó a su cita con el director de la oficina de empleo de Aalborg, la ciudad de 113.000 habitantes al norte de Jutlandia donde investigaba, se quedó sorprendido por la magnitud del edificio. "Impresionado, le pregunté cuántas personas trabajaban allí: me dijo que unas 600, además de los de las oficinas que tenían dispersas por toda la ciudad", recuerda. "Cuando volví a España, conté la anécdota en una conferencia y, entre el público, una persona levantó la mano para decirme que en la oficina de empleo de todo Carabanchel trabajaban 22 personas: esto explica muy a las claras por qué las políticas activas de empleo funcionan en Dinamarca y por qué no funcionan en España".

"Saben que si no están a gusto en su trabajo pueden encontrar otro pronto"

La anécdota recoge bien el océano que separa las políticas del sur de Europa y la danesa, caracterizada por la conocida como flexiseguridad, un término de moda durante los años anteriores a la crisis, en los que la Unión Europea consideraba ese triángulo dorado como el modelo a imitar. Un triángulo formado por un mercado de trabajo flexible, que gustaba a los más liberales, una alta protección por desempleo, que fascinaba al lado más socialdemócrata, y políticas activas de formación.

Para entender de dónde viene esa visión hay que remontarse a principios del siglo XX, como recuerda Pérez del Prado, cuando se establece un pacto casi inédito en otros países entre empresarios, sindicatos y partidos: "El elemento más antiguo es el de la flexibilidad", recuerda. "El mercado de trabajo suele regularse primero por ley y luego por convenios colectivos, pero allí se regula en primer lugar por convenios colectivos y luego por la ley. En 1903 se acordó que iban a tener un mercado laboral flexible, donde el despido no fuese caro, pero a cambio los empresarios se comprometían a financiar unas garantías sociales cuantiosas".

placeholder La plaza Nytorv (Plaza Nueva) en Aalborg. (CC/Tomasz Sienicki)
La plaza Nytorv (Plaza Nueva) en Aalborg. (CC/Tomasz Sienicki)

A finales del siglo XX se le añadió la otra esquina del triángulo, las políticas activas de empleo. "Al ver que existían dificultades para encontrar trabajo (en el sentido danés, para ellos es un drama tener un 8% de desempleo y para nosotros es pleno empelo), pusieron en marcha medidas para ayudar a la gente", añade el investigador español, que publicó una investigación sobre el tema hace unos años. "Entre ellas, la formación tuvo un papel esencial para recualificar a la gente y que se pudiese dedicar a otra tareas que no fuesen a las que se habían dedicado hasta el momento. Hubo una fuerte reconversión económica, empezaron también a apostar por las renovables: había una política económica clara de buscar otras actividades emergentes". Mientras que otras políticas activas son más sancionadoras, como en Reino Unido, en el modelo danés se apuesta por la formación.

Esa es otra de las explicaciones por las que la Gran Renuncia nunca existió y siempre ha existido en Dinamarca: porque es muy difícil pasar mucho tiempo en el paro, por las exigencias hacia los desempleados, que están obligados a enviar varios currículos a la semana, formarse continuamente o no poder rechazar un número concreto de empleos.

"En España también tenemos alta rotación, pero en el mal sentido: es una rotación indeseada"

"El propio mercado propicia esta movilidad al tener unas tasas de desempleo tan bajas, saben que si no están a gusto en su trabajo pueden encontrar otro fácilmente en un corto espacio de tiempo", explica. "En España tenemos una alta rotación pero en el mal sentido: cambiamos de trabajo porque hemos tenido unas tasas de temporalidad muy altas, es una rotación indeseada, mientras que ahí es plenamente deseada: por ejemplo, si no puedo conciliar, me marcho, no pasa nada porque la tasa de paro es baja. En España eso es impensable, la gente iba encadenando contratos de mala calidad, al menos hasta la reforma laboral, cuando parece que han empezado a cambiar las cosas".

Un modelo discutido

En 2005, la Comisión Europea publicó sus directrices para el crecimiento y el empleo en las que alababa el modelo de flexibilidad y seguridad como una aspiración europea. En el futuro, todos íbamos a ser como Dinamarca. Sin embargo, llegó la crisis y las prioridades cambiaron incluso dentro del país nórdico, como recuerda Bredgaard. "Había mucho 'hype' sobre esta idea hace diez, quince años, antes de la gran crisis financiera. Luego perdió popularidad, porque había que gestionar la crisis, y se olvidó tanto en Dinamarca y Europa como en el extranjero, aunque creo que algunas de las lecciones aún son relevantes hoy para el mercado digital".

Foto: El profesor Anthony Klotz. (Texas A&M Division of Marketing & Communications/Billy Smith)

El mercado laboral europeo, de hecho, se desplaza en una dirección no tan lejana a la de la flexiseguridad. Por ejemplo, los sueldos mínimos "adecuados" promovidos por la Comisión Europea y otras medidas como el ingreso mínimo: "En Dinamarca, además, estos beneficios de desempleo no son solo un gasto, sino una inversión para tener un mercado laborable flexible, donde la gente esté más dispuesta a tomar riesgos". Pérez del Prado coincide y recuerda que mecanismos como los ERTE "son un ejemplo claro de flexiseguridad", así como los contratos fijos descontinuos. "Flexiseguridad de la buena, porque tiene ambas cosas, flexibilidad y seguridad; no solo lo primero".

El problema, añade, es que "en España la parte de flexibilidad va muy bien y la de seguridad, muy mal, porque tenemos un sistema asistencial y unas políticas activas de empleo muy mejorables". El modelo nunca ha llegado a implantarse porque, por lo general, la flexiseguridad se ha centrado en la flexibilidad antes que en la seguridad, lo que ha provocado que los partidos de izquierda lo miren con recelo; al mismo tiempo, los empresarios desconfían de la "seguridad".

"Es algo muy del momento que en España vemos con asombro, porque con nuestros niveles de desempleo no va a ocurrir"

"Creo que en EEUU toda la gente que se ha marchado del mercado laboral no lo habría hecho si hubiesen disfrutado de un mejor equilibrio entre flexibilidad y seguridad, como ocurre en Dinamarca. Por supuesto, el modelo danés es imposible de exportar a EEUU, pero creo que la idea de combinar flexibilidad y seguridad es importante", concluye Bredgaard. Por su parte, Pérez añade: "Es un fenómeno que tiene sentido porque confluye una tasa de desempleo bajísima con muchos años de empeoramiento de las condiciones de trabajo: si usted no mejora las condiciones de trabajo me voy porque voy a encontrar otro sitio igual o incluso mejor. Es algo muy del momento que en España vemos con asombro porque con nuestros niveles de desempleo no va a ocurrir".

Donde tampoco seguirá sin ocurrir será en el país del norte, que tiene una baja tasa de desempleo, sí, pero donde el círculo es virtuoso y no vicioso para el trabajador. No va a ocurrir, tal vez, porque siempre ha ocurrido: el que quiere, se marcha sin mirar atrás.

La Gran Renuncia, el abandono en masa de su puesto de trabajo de cientos de miles de trabajadores (estadounidenses), es un fenómeno difícilmente exportable. En España, con una tasa de paro que se encuentra hoy en el 13,3%, es probable que se trate más bien de una Gran Rotación. Pocos países disfrutan de esa tormenta perfecta americana de empeoramiento progresivo de las condiciones de trabajo y bajos niveles de desempleo, que hoy se encuentran en el 3,6%.

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