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Casado apura sus últimas horas en el PP a la espera de pactar con los barones una “salida digna”

Pablo Casado en el Congreso de los Diputados en una imagen de archivo.

Aitor Riveiro

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Una “salida digna”. Es lo que pide Pablo Casado después de ver cómo sus apoyos internos en el PP se han desmoronado. Sin descanso. Uno a uno, o en pequeños grupos. Algunos, previsibles. Otros, sorprendentes. El martes por la tarde quemaba su último fusible, el de su número dos, Teodoro García Egea. El secretario general dimitió cuando ya todo estaba perdido. Acuciado por el que ha sido su círculo de confianza hasta este lunes, presionado por todos los dirigentes autonómicos del PP, incluso los más afines, Casado terminó por claudicar. El martes 1 de marzo se celebrará una Junta Directiva Nacional que pondrá fecha a un congreso extraordinario. Fin de la partida para un Casado que se resiste a dimitir de su cargo en busca de esa “salida digna”.

En realidad, las últimas defensas de Casado cayeron el lunes, en una larga reunión de su Comité de Dirección en la que una parte de su equipo de colaboradores más cercano le pidió que rindiera el fuerte del número 13 de la calle Génova de Madrid. Un edificio que el propio Casado puso en venta hace ya más de un año por su asimilación con el PP corrupto del pasado, según la tesis que defendió tras el batacazo de las elecciones catalanas de febrero de 2021.

El mismo edificio acogerá este miércoles por la noche una reunión de los dirigentes autonómicos del partido, que uno a uno fueron retirando en público su confianza a Casado. Incluidos algunos muy inesperados: el murciano Fernando López Miras, el aragonés Jorge Azcón o el vasco Carlos Iturgaiz. No solo. A lo largo del martes el líder del partido perdió a su grupo parlamentario, a diputados y a dirigentes de distintos ámbitos. El portavoz nacional, José Luis Martínez Almeida, renunciaba a media mañana, después de haber dado plantón al Comité de Dirección. Un goteo incesante de deserciones durante todo el día.

A la cita del miércoles no está invitada Isabel Díaz Ayuso por no presidir el PP de Madrid, cuyo control está detrás de una disputa entre dos viejos amigos que ha llevado el partido a lo nunca visto: miles de militantes manifestándose frente a su sede al grito de “Casado, traidor”. Su gente de confianza lo ve “abatido”, aseguran que “no entiende nada” de lo que ha ocurrido en las últimas semanas, y que ahora su empeño pasa por tener esa “salida digna” que tampoco está claro en qué consiste.

Con Ayuso o sin ella, los barones certificarán ante Casado el final de su liderazgo y darán su confianza al presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. Algunos de los presidentes autonómicos aseguran a elDiario.es que no hay ningún acuerdo con el presidente del PP. Esperan que dimita, o que anuncie su dimisión antes incluso de reunirse con ellos. Pero pacto, haberlo no lo hay.

Fuentes del entorno de Casado aseguran que aún no ha tomado la decisión, y que quiere escuchar a los barones y seguir hasta que se celebre la Junta Directiva Nacional dentro de una semana. Su intención ahora mismo, dicen esas mismas fuentes, es anunciar ese día la convocatoria del congreso extraordinario y dejar claro que no se presentará.

Feijóo quiere llegar a la Presidencia del PP aupado por todo el mundo. Sin rivales. Como el salvador. Para “desbloquear el colapso en que se encuentra el partido”. En la reunión del lunes se planteó la renuncia de algunos de sus vicesecretarios si Casado se mantenía enrocado al frente del partido. La opción de Feijóo como recambio de consenso ha ido ganando peso desde la semana pasada, y más en las últimas horas, pero el gallego exigía que el relevo se produjera en el menor tiempo estatutariamente posible. En unas cuatro o cinco semanas se puede resolver un congreso siempre y cuando no haya más de una lista. Los barones, y los principales dirigentes, hacen hincapié en esto cuando apelan a la “unidad”.

Con Casado queda ya apenas un pequeño núcleo de sus pretorianos. El vicesecretario de Comunicación, Pablo Montesinos; el Territorial, Antonio González Terol; y la de Organización, Ana Beltrán. La navarra es, además, la única de las dirigentes autonómicas que se mantiene fiel al todavía presidente. Algunos, como el exalcalde de Boadilla (Madrid), abandonaron el Pleno del Congreso para acudir a la sede de Génova.

Otros de los vicesecretarios aguantaron la dimisión el mismo lunes y dieron 24 horas a Casado para convocar una Junta Directiva que diera paso a un congreso extraordinario. Pero el martes la convocatoria no llegaba. Por la tarde llegaron los avisos públicos. El goteo de fieles a Casado que han abandonado el barco concluía a punto de cumplirse 24 horas del acuerdo alcanzado en el Consejo de Dirección del lunes. Los vicesecretarios y los portavoces parlamentarios hicieron público su desacuerdo con textos muy similares al que puso Cuca Gamarra en Twitter.

Si ellos dimitían, tal y como habían amenazado con hacer, Casado no podría acceder a esa “salida digna”. Game over. El último sacrificio es el de García Egea, el hombre señalado con toda la virulencia posible en las últimas horas y a quien le están pasando la factura no solo de esta última gestión, sino de toda su labor en los últimos tres años y medio.

El hombre que sustituyó a Mariano Rajoy al frente del PP se ha enredado en una guerra fratricida con Ayuso por el control del PP de Madrid. Ahora sabemos que detrás de la guerra había informaciones sobre las comisiones cobradas por el hermano de la presidenta para importar mascarillas a España en plena pandemia. Para ello utilizó una empresa de un amigo, tal y como ha reconocido la propia Ayuso e investiga la Fiscalía Anticorrupción. El resultado de las pesquisas determinará las responsabilidades jurídicas que pudiera haber. Pero las políticas ya se están cobrando.

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