El PSOE encara la última semana de la campaña electoral en Castilla y León con el viento de cola y más confiado que nunca en presidir la Junta tras 35 años de gobiernos del PP.
Superada la fase de turbulencias inicial –con la polémica de la carne protagonizada por su socio de coalición–, y sobrepuestos de los 40 segundos de incertidumbre durante los cuales la reforma laboral estuvo derogada por un error en el recuento de votos, en Ferraz han aceptado finalmente entrar al cuerpo a cuerpo. Y tras rehuir inicialmente la estrategia del PP de convertir los comicios en un plebiscito contra Pedro Sánchez, ayer cargaron con todo.
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Fue durante un acto en León en donde el propio presidente del Gobierno no dudó en celebrar la reforma laboral como un “éxito colectivo del país” frente a quienes “deslegitiman un voto democrático y cargan contra un acuerdo bueno para España”. Una declaración de intenciones ante la intensa campaña desplegada desde el jueves por el PP para culpar de un fallo informático al error, a la postre decisivo, de su diputado por Cáceres Alberto Casero.
El PSOE da por demostrada la compra de la lealtad de los diputados de UPN en el Congreso
Sánchez, además, no escatimó en agradecimientos a sindicatos, empresarios y partidos para evidenciar el aislamiento de PP y Vox: “Hemos visto el verdadero rostro de una derecha que blanquea el transfuguismo”, apostilló oficializando la compra de la lealtad de los dos diputados de UPN que incumplieron la disciplina de voto dictada por la dirección de su partido en Pamplona.
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La agónica votación también ocupó buena parte de la intervención del expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, quien no solo celebró el “gol en propia puerta” de Casero, sino que auguró que pronto subirá otro al marcador a cuenta de “los fondos europeos que tanto parecen molestar al PP” y que evidencian el “patriotismo selectivo” del que hacen gala “solo cuando gobiernan”.
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La orden de pasar al contraataque fue tal que incluso el voto negativo de PNV, ERC y EH Bildu a la reforma laboral fue empleado como un reproche hacia los populares por su “cinismo al unir sus votos al de los partidos nacionalistas cuando son precisamente ellos quienes lo critican”. “¿Qué patriotas son estos que denuncian a España y que no quieren que prospere?”, se preguntó Zapatero antes de dar paso al candidato socialista a la Junta de Castilla y León, Luis Tudanca, quien remató la estrategia socialista advirtiendo de que “nadie puede correr tanto como su propia sombra; y la de la de la corrupción del PP es alargada”.
Casado apela al voto útil como antídoto para frenar el avance de Vox en las últimas encuestas
Justo a la misma hora, pero en su caso desde Palencia, el líder del Partido Popular, Pablo Casado, insistió en calificar lo ocurrido el jueves de “atropello democrático” y no dudó en equipararlo a lo que sucede en “Caracas, Managua o La Habana”. Ensalzando a su candidato al 13-F, Alfonso Fernández Mañueco, como “garantía para cortar el paso al sanchismo”, el presidente del PP criticó la “degeneración” y “depravación institucional” que observa en el proceder del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, desde que accedió a ese cargo: “Es el rey Midas de la degeneración”, señaló.
Sin embargo, y tras varias semanas de ataques exclusivos a Sánchez, los populares también hicieron ayer hueco a Vox preguntándose si “merece la pena” el coste de apostar por los de Santiago Abascal sabiendo que el precio a pagar es “darle” más parlamentarios al PSOE y a Unidas Podemos al favorecer que se lleven los “últimos escaños” en muchas provincias. Una advertencia que denota el temor a que la aprobación de la reforma laboral impulse al PSOE en las urnas.