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La falta de confianza obstaculiza la recuperación económica

En Ciudad Bolívar, donde en total viven unas 700.000 personas, late otro rechazo: la paz no alivió a los miles que la violencia expulsó y que ahora viven en cinturones urbanos de miseria.

En Ciudad Bolívar, donde en total viven unas 700.000 personas, late otro rechazo: la paz no alivió a los miles que la violencia expulsó y que ahora viven en cinturones urbanos de miseria.

Foto:Raúl Arboleda / AFP

Nueve de cada 10 latinoamericanos desconfían de su prójimo, según informe del BID. 

La inversión, la iniciativa empresarial y el empleo florecen cuando las empresas, el Gobierno, los trabajadores, los bancos y los consumidores confían unos en otros. Sin embargo, en América Latina nueve de cada diez personas creen que no se puede confiar en el prójimo. Colombia está en ese promedio: un 13 por ciento lo hace frente a un 87 que vive prevenido.
Así lo resalta un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que señala que la confianza es el problema más urgente al que se enfrenta la región, pero el menos abordado, y que la falta de esta limita el desarrollo económico, más de cara a las reformas necesarias para la recuperación poscovid. Lo más preocupante es que va en aumento y penetra todos los rincones de la sociedad.
“Promover la confianza mediante una mayor transparencia e instituciones más sólidas debería ser una prioridad en la agenda política de América Latina y el Caribe. Colocar la confianza en el centro de la toma de decisiones gubernamentales reavivaría significativamente el desarrollo en la región”, manifestó el presidente del BID, Mauricio Claver-Carone.
Y es que cuando la confianza está ausente, la sociedad y todos sus miembros sufren. A ello se suma que la política se vuelve inestable, que la calidad de las políticas públicas se deteriora, el crecimiento económico se desacelera y la equidad social y el bienestar individual disminuyen, establece el informe.

Cuando la confianza está ausente, la política se vuelve inestable, la calidad de las políticas públicas se deteriora, el crecimiento económico se desacelera y la equidad social  disminuye

En concreto, el documento llamado ‘Confianza: la clave para la cohesión social y el crecimiento en América Latina y el Caribe’ analiza las causas de esa desconfianza y ofrece una serie de recomendaciones para que los responsables de formular políticas puedan convertir este desafío en una oportunidad.
Por ejemplo, indica que un mayor nivel de confianza podría constituir una gran ventaja para promover la integración regional, con cadenas de suministro más robustas, pymes más productivas y mayor digitalización, algunas de las áreas prioritarias que el BID ha identificado como oportunidades para acelerar la recuperación de la región en el período pospandemia.
“Brinda a los gobiernos un modo de obtener el apoyo necesario para atender no solamente la recuperación tras la pandemia, sino también asuntos estructurales como el retraso productivo y algunos grandes desafíos como el cambio climático, la diversidad y la inclusión”, dijo Éric Parrado, economista jefe del BID.

Toda la región desconfía

Mientras que en los países de la Ocde el 42 por ciento de las personas confían en las otras; en América Latina y el Caribe, esa cifra solo llega, en promedio, al 13 por ciento, lo que quiere decir que el restante 87 por ciento no se fía.
Además, al BID le preocupa que con el paso de los años las personas de la región viven más prevenidas tanto con las instituciones públicas como con las privadas y con las personas. Y que dada la importancia que esto tiene en las interacciones sociales, políticas y económicas, se trata de una fuente de preocupación.
“Mayor confianza significa menos burocracia que daña a los negocios, a las inversiones y a la innovación. Significa gobiernos más transparentes, comprometidos en cumplir sus promesas y a rendir cuentas. Y, por último, también implica ciudadanos comprometidos que den voz a sus opiniones y participen activamente para realzar las democracias y apoyar la construcción de sociedades más inclusivas”, añadió Claver-Carone.

Mayor confianza significa menos burocracia que daña a los negocios, a las inversiones y a la innovación. Significa gobiernos más transparentes, comprometidos en cumplir sus promesas y a rendir cuentas

Destaca que en ningún país de la región se observaron niveles de confianza altos en el 2020. Uruguay es donde se ve el mayor indicador, con 21 por ciento de su población que sí confía versus un 79 por ciento que no. Y en donde menos es en Brasil, donde solo confía un 5 por ciento de la población frente a un 95 por ciento que no.
Colombia está en la media de los países de la región: un 13 por ciento de las personas confía en los demás frente a un 87 que no. La situación varía en México (18,37 por ciento) respecto a Perú (10,80 por ciento) o Venezuela (5,21 por ciento).
Por tipo de institución, resalta que los latinoamericanos suelen confiar menos en lo público; luego, en lo privado, y en lo que más, en lo interpersonal. En concreto, a la baja están los partidos políticos, el Congreso, el sistema judicial, el Gobierno o la Policía.
“En América Latina y el Caribe a menudo estas instituciones no cumplen con los roles previstos. Más que aumentar la confianza en el Gobierno, terminan siendo parte de la crisis de confianza”, resalta el informe.
Después confían en las empresas y en los bancos. La Iglesia también tiene un considerable nivel de confianza. Y en lo que más, en los vecinos y en la familia.

Impacto en la informalidad

En Colombia, 10,5 millones de personas de la población económicamente activa (25 millones) trabajan en la informalidad, según el Dane.

En Colombia, 10,5 millones de personas de la población económicamente activa (25 millones) trabajan en la informalidad, según el Dane.

Foto:Milton Díaz. EL TIEMPO

El reporte también destaca que donde la confianza y el civismo son bajos, las empresas y las personas que trabajan en ellas están más dispuestas a estar del lado de la informalidad, ya sea como respuesta a costosas e innecesarias regulaciones o como señal de su disposición a buscar ventajas privadas a expensas de la comunidad.
“Cuando la confianza generalizada es baja, es probable que también lo sea la creencia de las empresas en que las reglas han sido hechas en aras del interés público y que los demás las cumplirán. Por lo tanto, las empresas y las personas optan por la informalidad en lugar del cumplimiento regulatorio”, dice el informe.
Algunos países de la región que se sitúan con el menor nivel de confianza y la mayor informalidad son Colombia, Argentina, Chile, Ecuador y México.

La receta del BID

América Latina y el Caribe se enfrenta a enormes retos, que abarcan desde el crecimiento y la desigualdad hasta la inmigración y el cambio climático. Sin embargo, el BID resalta que puede que las respuestas óptimas de políticas a todos estos desafíos no lleguen a funcionar en este contexto de baja confianza.
Por ello, el organismo recomienda una serie de políticas que deberían llevar a cabo los países para poder aumentar la confianza y así prosperar. En primer lugar, el BID aconseja reformas judiciales y del sector público para abordar las asimetrías de poder que disminuyen la confianza en los sectores público y privado. También habla de fortalecer las instituciones que empoderan a las personas para que actúen por sí mismas con el fin de hacer que los gobiernos rindan cuentas.

Resulta esencial la transparencia de las elecciones, instituciones de los partidos políticos, participación ciudadana y corrupción, entre otros factores de gobernanza democrática

En segundo lugar, recomienda eliminar las asimetrías que existen de información y que socavan la confianza. En ese sentido, habla de que los padres no deberían tener problemas para encontrar las puntuaciones de las pruebas escolares o los pacientes para conocer las tasas de mortalidad de los hospitales.
En tercer lugar, el organismo explica cómo se pueden eliminar las asimetrías de poder. Para ello habla de eliminar barreras legales, fortalecer los partidos o quitar las barreras de competencia, entre otros.
Adicional a ello, el informe halló una serie de elementos que ayudan a mejorar la confianza de los países. Entre ellos destacó que resulta esencial la transparencia de las elecciones, instituciones de los partidos políticos, participación ciudadana y corrupción, entre otros factores de gobernanza democrática.
También dijo que los gobiernos y los medios pueden brindar información, de modo tal que se favorezcan las reformas procrecimiento necesarias, disminuya la evasión impositiva e incentive la prevención del crimen, entre otras.

‘Ciudadanos perdieron la fe en la institucionalidad’, Andrés casas, investigador de Encuesta Mundial de Valores.

Andrés Casas

Andrés Casas

Foto:Andrés Casas

América Latina es la región que tiene los mayores niveles de desconfianza, ¿qué podemos aprender del informe del BID?
Dice que la confianza es el ingrediente más importante para el funcionamiento de una sociedad y que en América Latina está en estado crítico, lo cual hace que se haga menos probable el cumplimiento de desarrollo del BID de 2025 y los objetivos de desarrollo de Naciones Unidas de 2030. También desmitifica la idea de que la reforma institucional legal es el único camino para resolver los problemas sociales.
¿Cómo afectó la pandemia los niveles de confianza?
La recuperación económica y política a partir del covid-19 no puede ser una oportunidad perdida. La pandemia profundizó la alta desconfianza en el Estado, en sus instituciones y se agravó la polarización política. Ante ello, tenemos un problema central porque entramos en un periodo electoral en la región y hemos visto ya no solo el tema de las protestas en Chile, Colombia y otros, sino los programas autocráticos y populistas y las vías de hecho que se muestran como la alternativa para resolver los problemas de desconfianza.
El informe muestra que la recuperación económica de la pandemia está cayendo en los hombros de los empresarios porque son los que salieron victoriosos en términos de confianza, al menos en Colombia.
¿Cuál es el camino entonces?
La confianza no se hace por diseño, no se decreta, tenemos un problema real y la construcción del Estado latinoamericano está en proceso. Se nos olvidó que tenemos Estados que son muy jóvenes y muy débiles, en la región no hay ninguno que se salve. Lo que hay que cambiar es la mente de los ciudadanos que perdieron la fe en la institucionalidad y peligrosamente la están perdiendo también en la democracia.
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