Masiva fuga laboral en Estados Unidos

Turbulencias en el empleo por la pandemia

“La gran renuncia” alcanza su cota histórica con más de 4,5 millones de estadounidenses que dejaron voluntariamente sus trabajos en noviembre, la mayoría para buscar otros empleos mejor pagados

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El camarero se acerca a la mesa y se presenta con la mayor amabilidad. “Esta noche seré el encargado de atenderles. Si tienen cualquier duda o quieren alguna sugerencia, no duden en decírmelo”... El ritual es el de siempre; el empleado, distinto. Le preguntamos si la persona que suele ocupar su lugar está librando. Dice que no; que lo que pasa es que ha dejado la empresa. Y en más voz baja nos confía: “Se ha ido a otro restaurante”.

La segunda parte de la escena y la conversación es frecuente de unos meses a esta parte; en Washington y en todo Estados Unidos, donde decenas de miles de trabajadores abandonan sus puestos cada día. Es lo que aquí se ha dado en llamar “la gran renuncia”, aunque ahora los analistas creen que tal vez debiera denominarse “el gran relevo” o “el gran salto”, pues en la mayoría de los casos la deserción vendría motivada por un deseo de cambio con expectativa o garantía de que será para mejorar la situación laboral.

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Millones de vacantes.Centenares de personas hacen cola en Kentucky para cumplimentar los papeles del paro. A raíz de la pandemia, cada vez más estadounidenses dejan sus puestos de trabajo 

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La primera economía del mundo registró en noviembre su récord histórico de renuncias laborales, con 4,5 millones de estadounidenses que se dieron el gusto de decir a sus jefes “hasta nunca” porque quisieron. O, más bien, porque pensaron que el trabajo ya no les merecía la pena.

Detrás de “la gran renuncia” hay la confianza de que se volverá a encontrar otro puesto de trabajo

El fenómeno, difícil de entender en países con altos niveles de inseguridad y precariedad laborales como España, también sorprende en Estados Unidos. Empezó cuando terminó la fase más crítica de la pandemia y desde entonces fue en aumento. En septiembre, las dimisiones ya sumaban 4,4 millones. La tendencia se moderó en octubre, al bajar a 4,2 millones, para luego repuntar hasta ese máximo de 4,5 millones en el mes de noviembre. Son de largo las mayores tasas de abandono desde que éstas empezaron a medirse en el año 2020.

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La gran renuncia, asunto complejo que aún se estudia y se intenta explicar de manera exhaustiva, resulta en todo caso de una combinación de factores relacionados con los efectos de la pandemia y del ulterior rebote que el final de su etapa más dura ocasionó en la economía. Con la reapertura de casi todo tras meses de confinamiento, y como ocurrió en el resto del mundo pero con las diferencias que otorga un mercado laboral especialmente dinámico en un país tan productivo y consumista como EE.UU., la maquinaria económica recobró en poco tiempo gran parte de su marcha habitual. Y, en determinados sectores, la demanda de trabajadores creció por encima de la oferta.

Evolución de las renuncias y las vacantes en el mercado laboral estadounidense

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El panorama resultante no deja de ser extraño y paradójico. Pues a finales de noviembre, el mes de la gran evasión de 4,5 millones de trabajadores, en el país quedaron 10,6 millones de vacantes de empleo y 6,8 millones de personas desempleadas; es decir, 1,5 empleos disponibles por cada parado. En diciembre, la cifra de desempleados bajó a 6,3 millones. Y la tasa de paro pasó del 4,2% de noviembre al 3,9%: el mínimo desde el inicio de la depresión pandémica, pese a lo cual el país tiene aún que recuperar 3,57 millones de empleos para volver a los niveles anteriores al hundimiento por la covid. Y, desde luego, debe reajustar sus cifras de oferta y demanda de empleo para, mediante la contratación de al menos una porción razonable de los millones de desertores, reducir el abultado y anómalo desfase.

El miedo a contraer el virus ha obligado a replantear las prioridades vitales y laborales

De entrada, los expertos atribuyeron ese desajuste a motivaciones coyunturales, en parte económicas y en parte psicosociales. El académico que acuñó la expresión “gran renuncia” o “gran dimisión”, Anthony Klotz, profesor de gestión en la Escuela de Negocios Mays de la Texas A&M University, apuntó cuatro razones que explicarían la fuga laboral masiva. La primera era que, a causa de la enorme incertidumbre provocada por el estallido de la covid, muchos empleados que tenían planes de dejar sus cargos en el 2020 optaron por retrasar la decisión. Aquel año, y tras un crecimiento continuado de las renuncias en los cinco años anteriores, hubo unos seis millones menos de abandonos respecto a los que se esperaban. Gran parte de quienes habían aplazado entonces su marcha dieron el paso cuando, ya en el 2021 y en virtud de la mejora económica y la vacunación, recuperaron la confianza.

El agotamiento experimentado por muchos trabajadores durante la crisis del coronavirus; los procesos de reflexión y cambio de vida que la epidemia abrió para no pocos ciudadanos y la resistencia de multitudes de otros a retornar al puesto después de un prolongado periodo de teletrabajo son las otras tres razones indicadas por Klotz, a las que diferentes expertos agregaron los de la falta de cuidado infantil adecuado en el país y, lo más elemental, el miedo a contraer el virus en el puesto de trabajo o en el trayecto hasta él.

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Si bien al principio los especialistas asignaron la gran renuncia a empleados de todo tipo, y en particular a muchos de cuello blanco que estarían repensando sus opciones o sumándose al incipiente movimiento antitrabajo, luego los datos mostraron que la rotación se concentraba en áreas de bajos sueldos o insuficiente gratificación, como el ocio y la hostelería, el comercio minorista y la atención sanitaria. Las cifras y un estudio más depurado de la situación sugieren que, en un momento de crecimiento salarial mayor que el de antes de la pandemia (en el 2020 los sueldos crecieron un 4,7%), los trabajadores de esos sectores no tenían ni tienen nada que perder y sí todo que ganar por saltar a un empleo mejor pagado.

El fenómeno se inició en los trabajadores de ‘cuello blanco’, para extenderse a los de sueldo bajo

Ese contexto de reapertura de la economía, quizá muy coyuntural, registró al principio una rápida recuperación del gasto de los consumidores al despertar de la pesadilla del encierro en los días más oscuros de la pandemia; un aumento del gasto que hasta septiembre pasado estuvo fuertemente apoyado por cientos de miles de millones de dólares en ayudas federales. La explosión obligó a los proveedores a esmerarse por satisfacer el boom de demanda, lo que provocó disrupciones en la cadena de suministros, aumento de precios... y escasez de mano de obra. Una situación que persiste aunque podría cambiar en breve.

En suma, el mercado laboral de EE.UU. es hoy un río revuelto en el que ganan los pescadores más ávidos. Otra cosa es lo que esa marea puede durar.

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