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El Gobierno busca el apoyo de ERC a los Presupuestos con una inversión de 1.300 millones en inversión ferroviaria en Cataluña

Los republicanos abogan por completar el traspaso de 2010, que incluye la titularidad de las vías

Concentraciones de pasajeros en las estaciones de Rodalies en Barcelona, debido a la huelga de maquinistas de la pasada semana.
Concentraciones de pasajeros en las estaciones de Rodalies en Barcelona, debido a la huelga de maquinistas de la pasada semana.Albert Garcia (EL PAÍS)
Camilo S. Baquero

El borrador de los Presupuestos Generales del Estado, cuyo detalle se conoció este miércoles, incluye una inversión sin precedentes para Cataluña: 1.300 millones de euros, solo en el ejercicio de 2022, para mejorar la red ferroviaria de Cercanías de Cataluña (Rodalies). Se trata de un guiño contundente de cara a obtener el apoyo fundamental de ERC para lograr sacar adelante las cuentas ―y que incluso podría movilizar el voto de otras fuerzas como el PDeCAT―, pero de entrada las formaciones independentistas en el Congreso lo reciben con reservas. Tanto Junts como los neoconvergentes ―ERC guarda silencio por ahora― coinciden en que ese tipo de anuncios nunca se ven trasladados en la realidad a la hora de revisar el porcentaje de inversión ejecutada.

Los detalles de las inversiones reservadas para Cataluña en estos Presupuestos serán desgranados este jueves en una rueda de prensa en Barcelona. Las grandes cifras muestran un interés importante: la inversión subirá el año que viene un 11,5%, llegando a los 2.230 millones de euros. Esto representa un 17,2% de los fondos que pueden imputarse a uno u otro territorio. El ítem con más dinero asignado, según los documentos presentados este miércoles, es el de la mejora en las Rodalies de la capital catalana, con 1.300 millones. En el actual ejercicio, se habían presupuestado 202 millones. En el pasado, 100.

Esta apuesta por la mejora de Rodalies, un servicio que arrastra un historial de quejas de los usuarios por la falta de puntualidad en el servicio y las constantes averías, es la contrapropuesta del Ejecutivo central para la idea que ERC, Junts y PDeCAT querían poner sobre el centro del debate presupuestario: el traslado completo de las Cercanías. Ahora mismo la Generalitat puede decidir sobre los horarios y las frecuencias, pero no tiene la titularidad de la infraestructura.

Más allá de los partidos independentistas en el Congreso, desde el Govern también se ha puesto el traspaso como punto clave del mandato. Pero tanto ERC como Junts coinciden en que ese objetivo debe lograrse antes saldando el déficit de inversión crónico. Según datos de la Generalitat, de los 4.000 millones de euros previstos en el plan 2008-2015 solo se había invertido un 14% a cierre de 2019. De ahí que ERC el pasado lunes, y Junts y PDeCAT este miércoles, pusieran el retrovisor en las inversiones que no se han cumplido para condicionar su posible apoyo a los Presupuestos de Pedro Sánchez. Tanto la ministra de Transportes, Raquel Sánchez, como la de Hacienda, Maria Jesús Montero, han asegurado que un traspaso total de Cercanías no está sobre la mesa o, al menos, no debería condicionar el apoyo a los Presupuestos.

Los republicanos guardaron silencio tras conocer los primeros detalles del borrador de las Cuentas. El pasado lunes, su portavoz nacional, Marta Vilalta, había asegurado que de momento no descartaban una enmienda a la totalidad e insistieron en la necesidad de revisar los compromisos anteriormente adquiridos. Ferran Bel (PDeCAT) explicó que no apoyarán ninguna enmienda a la totalidad, pero que ese movimiento no se debe entender ni como un apoyo ni como una abstención de cara a la votación final. “Seremos exigentes pero no intransigentes”, dijo en un dardo directo a las filas de Junts.

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Sobre la firma

Camilo S. Baquero
Reportero de la sección de Nacional, con la política catalana en el punto de mira. Antes de aterrizar en Barcelona había trabajado en diario El Tiempo (Bogotá). Estudió Comunicación Social - Periodismo en la Universidad de Antioquia y es exalumno de la Escuela UAM-EL PAÍS.

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