
Llevamos una temporada con muchos altibajos y quizás sea culpa mía. Viendo el nivel del equipo y con las incorporaciones estaba convencido que nuestro nivel estaba más en la parte baja que otro lugar. Con esta idea preparamos la pretemporada trabajando lo más básico sin perdernos en sofisticaciones.
El resultado es que la primera mitad de la temporada ganábamos los partidos por una diferencia de más de cincuenta puntos. Y el problema es que nos creímos mejores de lo que éramos, con lo que el nivel de los entrenos se vio afectado, no había intensidad, no había intención, ¿para qué si ganamos sin casi sudar?.
La federación, con buen criterio, nos subió de categoría con lo que después de navidad tocaba competir con equipos mejores. Esta idea seguía sin cuajar en el equipo, seguíamos con la mentalidad de ganar sin bajar del autobús, con lo que los entrenos se convirtió en un una lucha para conseguir la intensidad necesaria más que en el trabajar conceptos.
La segunda vuelta empezó y los resultados negativos comenzaron a llegar, derrota tras derrota, pero los jugadores siempre encontraban una excusa para justificar que se perdía. O eran altos, o eran más fuertes o corrían más o clásico arbitro malo cuando los datos demostraban que ni eran más altos, ni eran más rápidos, ni eran más fuertes y por supuesto, el árbitro no influía en el resultado. Con lo que esa rutina seguía durante los entrenos, por suerte para nosotros, algunos jugadores entendieron lo que queríamos comunicar y aunque fuera de forma individual se dejaron de excusas y comenzaron a trabajar.
El punto de inflexión vino con una derrota muy abultada, una de esas que duelen. Los líderes, ya sea a nivel de juego sino también líderes morales, empezaron a hablar en voz alta de los errores que teníamos y que empezaban por tomarse los entrenos como un lugar donde pasamos el rato en vez de lo que es, el lugar donde practicamos, trabajamos y ponemos el tono que luego tendremos en los partidos, así entras así juegas.
Con este historial vino el último partido, con un rival que está una posición por debajo nuestra. En el prepartido hablamos de sobretodo tener respeto al rival, primero porque son otro grupo de niños que vienen a jugar no a que les humillen, segundo, porque todos los rivales pueden ganarte un partido, tercero, porque habían subido dos niños del equipo más pequeño y tenemos que dar ejemplo y cuarto, porque las faltas del respeto implican ir al banquillo y no jugar ni un minuto más. Además de estos conceptos, hablamos de lo de que hay que poner intensidad, correr, apoyarse, jugar juntos, ser en definitiva, un equipo.
Este partido lo ganamos por muchos, muchos puntos, excesivos. Y ahora tenemos el efecto contrario, somos tan buenos, tan estupendos, y pocos se acuerdan del principio, eso queda olvidad, se atribuye a una mala racha y que ahora todo va a cambiar y volveremos a ser el equipo que arrolló en la primera fase. ¿Resultado? el siguiente entreno fue un desastre, no había esfuerzo, no había concentración ya volvíamos a ser los mejores y no teníamos que esforzarnos.
Y como siempre digo, el deporte es un laboratorio de la vida real, ¿que pensáis? os ocurre que tomáis como punto de referencia de vuestro valor empresas o personas que tienen valor inferior al vuestro y os creéis los mejores y dejáis de trabajar en procesos de mejora. Adoptáis la actitud de que nadie puede ofrecer soluciones mejores que la que ya tenemos y no se invierte en mejoras ni centramos nuestros esfuerzos en cliente.
O quizás habéis tomad como referencia a alguien tan grande y tan potente que bajáis los brazos, culpáis a todos, mercado, precio, proveedores e incluso a vuestro propio equipo en vez de analizar lo que toca mejorar, si este es vuestro mercado, y os ponéis a trabajar ya sea para mejorar o como mínimo para no empeorar.
Para tomar decisiones no solo hay que tener datos, sino además si estos datos son significativos y válidos. No puedes comparar, por ejemplo, la temperatura de tu casa con la de una vivienda que no comparte nada con la tuya, ni ciudad, calidad de materiales, antigüedad, etc. Hemos de aplicar sabiduría para seleccionar contra quién nos comparamos o que datos usamos.
Con los datos correctos, lo que hay que tener es templanza para conocer que podemos y que no podemos cambiar. Porque yo quiero ser alto, pero por mucho que me esfuerce es complicado, pero si he de mejorar mis habilidades digitales, quizás si tengo opciones de ser cada día un poco mejor en este área.
Por último, constancia, porque los datos son solo datos, sino hay un acto de voluntad y constancia de aplicar cada día un proceso de mejora continua, todo esto no es nada más que otro Power Point abandonado en cualquier plataforma de networking y promoción de marca personal.