¿Tiene futuro la democracia en Catalunya?

Elecciones del 12-M

El 40% de los catalanes y casi un 60% de entre los más jóvenes sacrificarían las libertades por un mayor nivel de vida

Los informes del 12-M: los retos de Catalunya, de la sequía a la seguridad

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Una pancarta gigante colgada por Òmnium Cultural en Barcelona en octubre del 2017 

Xavier Cervera LVG

La democracia tiene muchos enemigos, pero a veces los más peligrosos se gestan en su interior. En el caso catalán, y contra lo que pudiera parecer, las mayores amenazas para su régimen de libertades no proceden de las pulsiones centralistas o autoritarias que exhiben algunas fuerzas políticas de ámbito estatal. Y tampoco proceden de ese sector del independentismo que pretendía separarse de España e instaurar un Estado a su medida con el respaldo de poco más del 47% de los votantes. En realidad, el verdadero peligro para la democracia catalana anida en la propia Catalunya: una sociedad que podría acabar convertida en una democracia sin demócratas.

Solo el 25% de catalanes con menos de 24 años prefiere la democracia frente a un autoritarismo que brinde mayor bienestar

Las cifras son elocuentes: menos del 40% de los catalanes se manifiesta a favor de vivir en un régimen democrático “aunque no garantice un nivel de vida adecuado” (los datos son del Centre d’Estudis d’Opinió). Sin embargo, otro 40% se muestra dispuesto a sacrificar las libertades a cambio de un mayor nivel de vida. Y como el bienestar es también una cuestión de expectativas, cualquier promesa demagógica asociada al cuerno de la abundancia podría empujar a la democracia catalana hacia un régimen de libertades restringidas como los que han germinado en algunos países de Europa central.

El 46% de los ciudadanos mayores de 50 años escoge vivir en libertad aunque el nivel de vida no cubra sus expectativas

¿Una exageración? Podría parecerlo, pero se trata de un riesgo muy real de cara al futuro. El problema no es ese 40% de catalanes dispuestos a sacrificar la calidad democrática a cambio de un mayor bienestar económico, sino los porcentajes que se registran entre las generaciones más jóvenes. Por ejemplo, esa tasa de apóstatas de la democracia a cambio de un mayor nivel de vida se acerca al 60% entre los ciudadanos de entre 16 y 24 años. Y se mantiene por encima del 40% entre los de 25 y 49 años. En cambio, cae en torno al 30% entre los electores mayores de 50 años.

Cuatro de cada diez catalanes menores de 25 años piensa que la igualdad con las mujeres “ha ido demasiado lejos”

Y a la inversa: solo un 25% de los jóvenes de entre 16 y 24 años (y poco más de un 30% entre quienes tienen entre 25 y 49 años) está dispuesto a vivir en una democracia que no garantice un nivel de vida satisfactorio o acorde con sus exigencias. En cambio, casi la mitad de los mayores de 50 años prefiere salvaguardar la democracia aunque no cumpla sus expectativas de bienestar económico.

Aun así, las simpatías partidistas condicionan todavía más el respaldo al régimen democrático: el 74% de los votantes de Vox y el 50% de los del Partido Popular sacrificarían las libertades a cambio de mejorar su nivel de vida.

El 60% de los españoles entre 18 y 45 años creen que su situación actual y futura es o será peor que la de sus padres

Estas cifras no deberían sorprender, ya que –según una encuesta de la Fundación Alternativas– más del 60% de los españoles con entre 18 y 45 años consideran que su situación actual (e incluso la futura) es o será peor que la de sus padres. Asimismo, según ese mismo estudio, la pérdida de apoyo a la democracia entre los jóvenes no es exclusiva de Catalunya. En el conjunto de España, solo un 15% de los ciudadanos con entre 18 y 35 años se muestra satisfecho con el sistema democrático (frente a un tercio entre los mayores de 65 años).

Y, atención, uno de cada cuatro españoles menores de 36 años también considera que la democracia no siempre es el sistema preferido (y, a su juicio, en algunas circunstancias puede serlo un régimen autoritario). Una opinión que solo comparte uno de cada diez ciudadanos mayores de 55 años. Paradójicamente, los jóvenes españoles son mucho más partidarios de la descentralización territorial que los mayores. Por ejemplo, solo un 25% de ellos apuesta por una mayor centralización (frente a un 37% entre todas las edades). Y más de un 40% respalda incluso una mayor descentralización.

En cualquier caso, la encuesta del CEO incluye otras preguntas que revelan la fisura generacional en temas clave para la coexistencia democrática. Por ejemplo, los partidarios de bajar los impuestos aunque haya que reducir las prestaciones sociales y los servicios públicos suponen más del 30% de los catalanes menores de 25 años (frente a menos del 20% entre los mayores de 50). Y en otro tema clave para el progreso de la igualdad como son los logros del movimiento feminista, la fractura generacional vuelve a mostrar una inquietante deriva de futuro. Mientras un tercio del conjunto de los catalanes considera que la emancipación de la mujer “ha ido demasiado lejos”, ese porcentaje roza ya el 40% entre los ciudadanos menores de 25 años.

El futuro dirá, pese a que la realidad mundial revela que la prosperidad económica está mucho más asociada a las democracias plenas que a las incompletas (las también denominadas “democraduras”) y mucho más todavía que a las dictaduras (sean estas encubiertas o descarnadas). Sin embargo, el progreso de los derechos y libertades no siempre es lineal y, frecuentemente, se escribe con renglones torcidos. También en Catalunya.

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